Opinión

Vivencias cotidianas de allí y aqui

Vivencias cotidianas de allí y aqui

Desde la noche del 9 de este mes, comenzaron los rumores de un posible ciclón que se aproximaba al país. A partir de cierta hora, estuvo lloviendo a raudales. Por la madrugada el temporal de lluvia y de viento arreció.

– ¡Caray! – Me reproché, desvelándome, en la madrugada del día 10–No has sido previsora… Es harto sabido que, ante tal amenaza, es importante hacer acopio de agua potable y de alimentos enlatados… –

De modo que, entre las inclemencias del tiempo y mi sentimiento de culpabilidad, debido a tan tonta dejadez, no pegué ojo en toda la noche.

Cuando me percaté, a hora muy temprana, de que el clima seguía igual, incluso peor, volví a mortificarme. Sin Internet en casa no podía ver lo que el “Onamet” predecía. Y no era cuestión de salir a conectarme en algún lugar. Seguía lloviendo a mares y el viento arreciaba, rompiendo ramas de árboles, abriendo las puertas de la terraza, rugiendo. El panorama se presentaba bien feo.

En un breve lapso en el que la cosa pareció calmarse un poco, pedí a mi hijo Nicolás que fuese al colmado que está a muy corta distancia de aquí. No sin antes, por supuesto, llamar por teléfono, para cerciorarme de que estaría abierto. Lo estaba y, ante mi pregunta, de que si creía que esto podría ser el inicio de un ciclón, contestó tranquilamente, “Sí… podría serlo…”

En sus palabras no percibí ni un solo atisbo de temor. Respondió igual que cuando, en Madrid, alguien comenta que es posible que caiga una nevada, en pleno mes de enero. En un primer momento aluciné por su visible calma. Mas, después de meditarlo, me di cuenta de que él está totalmente familiarizado con el tema pues siempre ha vivido aquí.

En el momento en el que escribo estas líneas, son ya las 8.30 p.m. y se escucha cantar a los grillos y a las cigarras. Eso me da la esperanza de que estén prediciendo que la situación se va a calmar. Pero el viento no cesa y mi miedo tampoco.

Sin embargo, insisto en que las planificaciones en la vida, aunque necesarias, si las analizamos un poco, son absurdas. Reza un antiguo refrán, “El hombre propone y Dios dispone”. No sé si mañana podré salir a conectarme a Internet y a hacer la compra. No sé ni siquiera si estaré viva. Yo no soy la que dispone.

¡A ver qué nos depara ese día de mañana y qué ha dispuesto Dios, porque el viento ha arreciado!

Ahora, que sí he podido conectarme a Internet, estoy leyendo que Chantal es el nombre de la tormenta que todavía amenaza en convertirse en ciclón, aunque sólo con un 20% de probabilidad, según afirma el “Onamet”.

El Nacional

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