Opinión

Vivencias cotidianas de allí y aqui

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¿Qué es la resiliencia?

No es un vocablo que se utilice con frecuencia y que, además, muchos desconocemos. La RAE lo define como “Capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas”.

La resiliencia no es tampoco una cualidad impresa en nuestros genes, aunque sí puede existir una tendencia genética que nos incline a poseerla. Pero es algo que todos podemos desarrollar a lo largo de nuestra vida.

Hay personas que son “resilientes” porque han tenido en alguien cercano un modelo a seguir. Otras han encontrado la senda por sí solas, cambiando algunos hábitos y creencias. Los “resilientes” no nacen sino que se hacen. Han tenido que lidiar contra situaciones adversas y/o probado varias veces el sabor del fracaso sin darse por vencidos, desplegando las habilidades necesarias para afrontar los retos.

Son conscientes de su potencial y de sus limitaciones. El autoconocimiento es muy importante para fijarse metas objetivas que tienen en cuenta sus necesidades y sueños además de los recursos de los que disponen para conseguirlos.

La persona con una alta capacidad de resiliencia es creativa y transformará su experiencia dolorosa en algo bonito o útil, confiando en lo que es capaz de hacer y dando, asimismo, importancia al trabajo en equipo, conscientes de cuándo es preciso pedir ayuda.

También asume, sin desfallecer, las dificultades, cambios y crisis como una ocasión para instruirse. Practica la conciencia plena, mediante el hábito de estar absolutamente presentes en el “aquí y ahora”. A estas personas el pasado no les afecta y el futuro no les preocupa, al ser conscientes de que nada es totalmente positivo ni negativo.

Saben cultivar sus amistades y se rodean de personas positivas, evitando a las negativas, creando así una red de soporte que les ayude a resistir en los tiempos más arduos.

No intentan controlar las situaciones ya que una de las principales fuentes de tensiones es el deseo de querer controlarlo todo. Han aprendido a lidiar con la incertidumbre y a sentirse cómodos con ella. A pesar de que las personas “resilientes” tienen una autoimagen clara y saben lo que desean, tienen la suficiente flexibilidad como para adaptar y cambiar sus planes cuando es necesario, lo que no supone renunciar a sus metas sino a mantenerse firmes en lo que se proponen.

Una de las características de los “resilientes” es su sentido del humor. La risa les ayuda a conservarse optimistas y positivos.

Buscan la ayuda y el apoyo socio- profesional si pasan por un suceso potencialmente traumático. De hecho, si queremos que nuestros hijos afronten las dificultades con fortaleza es trascendental educarles en la capacidad de ser “resilientes”.

Para lograrlo es fundamental darles nuestro ejemplo, no sobreprotegerles y sobre todo creer en ellos. No se trata de evitar su caída, sino de instruirles a levantarse confiando en su capacidad. Obviamente esto no significa que debamos exponerles a peligros o a ambientes agresivos para que se hagan más fuertes. Aportar amor, seguridad y protección es algo imperioso que va unido a que crezcan en la auto estima.

El Nacional

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