Opinión

Vivencias cotidianas de allí y aqui

Vivencias cotidianas de allí y aqui

El estar anclado en el pasado

Una forma muy común de perderse el presente es vivir anclado en el pasado o pendiente de lo que ocurrirá en el futuro.

Esto no significa que olvidemos momentos vividos con intensidad ni tampoco que tengamos que dejar de imaginar cosas que deseamos. El problema se convierte en tal cuando nos refugiamos constantemente en uno u otro margen para no arriesgarnos a disfrutar de lo que nuestro presente nos ofrece.

Mirar persistentemente hacia atrás suele ocurrirle a la gente que tienen miedo al ahora y a lo desconocido por venir y se aferran al pasado porque, aunque sea doloroso, por ya conocerlo, les produce cierta absurda seguridad,

Hay que intentar sacar provecho de las experiencias, ya sean alegres o tristes, y cambiarlas en aprendizajes que nos hagan mejorar nuestras vidas.

Pera para ello hay que frenar los pensamientos pasados que se han convertido en obsesión. La melancolía incesante es un error porque no podemos volver al pasado para cambiarlo, ni siquiera para intentarlo.

Sería bueno el liberarnos de él procurando centrarnos y disfrutar del presente, soltando lo de “si hubiera hecho…” pues ya no nos sirve en absoluto.

Lamentablemente muchas personas crean su autoestima basándola en situaciones de las que salieron heridas, lo cual actúa del modo contrario a lo deseado.

Si en el pasado otros nos han despreciado y hecho sufrir, nos han abandonado y/o, traicionado, es importante aprender para evitar que esto se repita, por supuesto. Pienso que es bueno no olvidar las lecciones adquiridas.

Pero, aunque ocurra, es bueno el tratar de no culpabilizarnos si volvemos a caer una y otra vez, ya que esto forma parte de una condición humana de la que podemos sacar provecho. Pero, claro, siempre en que esto no se convierta en una especie de “vicio repetitivo”.

Una vez que se ha tomado conciencia del asunto, es positivo el reforzar nuestra autoestima apoyándonos en experiencias del presente que, además, pueden ser placenteras.

El quedarnos anclados inculpando herencias importunas, fallos, lo único que puede conseguir es

entorpecer nuestro presente, impidiendo vivir el “aquí y ahora” y el poder construir un futuro satisfactorio.

Una transformación saludable de lo que hemos vivido cambia el pasado en un simple recuerdo, que no tiene la potestad de violentar nuestro presente, ni perturbar nuestro porvenir.

Este nuevo comportamiento nos ayudará a mantener una sana relación con nuestra familia y amistades.

Ocuparnos de sanar nuestro pasado podrá desplazar, para bien, los antiguos roles marchitados, los viejos conflictos y las emociones negativas, ayudándonos a vivir con plena y satisfactoria confianza.

El Nacional

La Voz de Todos