Opinión

Vivencias cotidianas de allí y aqui

Vivencias cotidianas de allí y aqui

Oskar Schindler, hedonista que salvó a 1,200 judíos
II

La obra maestra “La Lista de Schindler”, film basado en la novela de Thomas Keneally, fue inmortalizada por Spielberg, nominado a doce “Oscars” y ganador de siete. El rostro de Oskar y lo ocurrido, lo relacionamos con los rasgos del actor Liam Neeson y con el fantástico guión de Steven Zaillian.

El dulce personaje retratado en esa historia es hollywoodiense, como corresponde a los cánones y a los gustos del público. Pero Oskar Schindler es mucho más admirable cuando se le comprende con sus ignominias y sus infortunios.
Su degradación moral fue en aumento cuando se trasladó a Cracovia en 1939, un mes después de la invasión nazi, y conoció a Itzhak Stern (Ben Kingsley en la película), el contable judío de otro agente de la Abwher.

Schindler Pidió consejo a Stern para comprar una fábrica de productos esmaltados que había pertenecido a unos judíos ya que, tras la invasión, éstos no estaban autorizados a poseer empresas. Y ahí acudió, como buitre a la carroña, pues Stern le dijo que aquel sería un gran negocio en aquellos tiempos de guerra. Schindler empezó a subir, amasando un dineral con el sudor de centenares de esclavos judíos.

Es en los años siguientes donde su historia da un vuelco inusitado. Debido al trato diario con los judíos y por el exterminio perentorio al que se enfrentan según avanza el trance, él se transforma en un benefactor. Hay un truco que los novelistas y guionistas saben utilizar con destreza: convertir a un personaje oscuro en positivo.

Ese es el caso de Göth (Ralph Fiennes en el film), el comandante del campo de concentración que proveía de mano de obra a Schindler. Una bestia sádica y asesina, responsable de más de 8.000 muertes. Con una gran combinación de carisma, sencillez, diplomacia y, sobre todo, sobornos, Schindler fue manipulándole para salvar a tantos judíos como pudo.

No en el fondo, sino en la forma, existen discrepancias entre la historia narrada en la película y la realidad. Parece ser que los rescates no tuvieron lugar en una única escena final, sino a lo largo de varios meses y con operaciones complejas que ocuparían un espacio del que no dispongo aquí.

Schindler fue arrestado varias veces, poniendo su vida en peligro y, para colmo, lo que quizás le dolió más fue que dilapidó toda su fortuna en sobornos. Pero él no lo hizo sólo ya que Emilie, la sufrida y aparentemente humillada esposa, estuvo a su lado durante todo el asunto y fue tan responsable, heroica y abnegada como él. La gente ha dejado a un lado su recuerdo, pero la historia no.

La pareja vivió un final amargo, terminó separándose y sobrevivieron como consiguieron, después de la guerra, dependiendo de la caridad de los “Schindlerjuden”, aquellos cuyas vidas ellos habían salvaguardado.

Han pasado muchos años desde entonces pero, como dice el Talmud: “Quien salva una vida, salva el mundo entero”. A pesar de todo, yo admiro a este valiente, reconocido y humanitario personaje, al igual que a su esposa.

El Nacional

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