Opinión

Vivencias cotidianas de allí y aqui

Vivencias cotidianas de allí y aqui

La dependencia emocional
En el amor, de pareja sobre todo, es un problema muy frecuente aunque aún bastante desconocido en profundidad. Según la Fundación Instituto Espiral, se estima que la dependencia emocional afecta a una de cada diez personas. En la actualidad, no tiene “un lugar” como trastorno en el DSM-IV o el CIE-10, los manuales que utilizan los profesionales de salud mental, ya que no se distingue entre el apelativo de trastorno de personalidad dependiente o trastorno adictivo.

Podemos definirla como “una necesidad extrema de recibir amor y afecto, usualmente en las relaciones de pareja, ya que la vida de uno gira en torno a esa persona”.

El perfil de los dependientes emocionales se caracteriza por una baja autoestima, carácter sumiso, no soporta vivir en soledad, de modo que vive por y para su pareja.

Por otro lado está la pareja del dependiente emocional, cuya personalidad suele ser totalmente opuesta: persona segura de sí misma (o aparentemente), egocéntrica, dominante y poco afectuosa.

Este perfil no es elegido por casualidad por la persona dependiente, sino que sus características le resultan atractivas ya que, al carecer de ella, las idealiza. En consecuencia, las relaciones de dependencia emocional están basadas en la sumisión, la idealización y el terror al abandono.

Su origen podría residir en que los dependientes emocionales han tenido una historia de grandes carencias afectivas en su infancia.
Sus síntomas más frecuentes son:

Necesidad de estar en pareja, o sustituirla por el amor de un hijo e incluso de un amigo, no tolerar la soledad, un amplio historial de relaciones de pareja, baja autoestima, necesitad de la aprobación y el cariño constante de los demás, no saber decir “No” para complacer a los demás.

Poner su relación por encima de todo: familia, amigos, profesión, aficiones y, por supuesto, a sí mismo.
Deseo constante de estar en contacto permanente con su pareja, ya sea físicamente, por móvil, Internet, etcétera.

Si se acaba la relación, el dependiente padece angustia, desesperación, llora constantemente, quiere morirse y no cesa de hablar del tema. Para que el calvario de la persona dependiente desaparezca, pueden ocurrir dos cosas:

-La expareja se pone en contacto para reanudar la relación o da ciertas esperanzas de volver con el dependiente.
-Aparece otra persona de perfil similar que termina con ese sufrimiento y se empieza con el círculo vicioso nuevamente. Curiosamente, es como si se estuviera enamorado de la relación y no de la persona.
¿Cuál es el tratamiento de este tipo de dependencia?

El tratamiento consiste en la aceptación del problema. El dependiente emocional necesita reconocer la forma inadecuada de relacionarse afectivamente con su pareja. Para ello, el profesional le ayudará a que encuentre una lógica para comprender el motivo de su conducta. Se trabajará en conseguir un aumento de la autoestima. Y, mediante terapia cognitivo-conductual, se reestructurará la forma patológica de relacionarse en el amor.

Salir de la dependencia emocional es un proceso terapéutico que, en la mayoría de los casos y con una actitud positiva del paciente y mucha fuerza de voluntad, tiene resultados exitosos.

El Nacional

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