Opinión

Vivencias cotidianas de allí y aqui

Vivencias cotidianas de allí y aqui

La visita de una  buena amiga

Vino un día una buena amiga a visitarme y me trajo una bandeja de pastelitos dulces rellenos de nata montada. ¡Me encantan!

Y así se lo dije. Pero añadí: – Lo malo es que engordan mucho…
Ella se encogió de hombros y exclamó: – ¡Y que puede importarme eso ahora!
– Qué te ocurre? ¿Por qué lloras? – inquirí, dándole un sincero y solidario abrazo a pesar de que aún desconocía el motivo de su duelo.

– ¡Mi pareja ya no me quiere! – contestó con una seguridad escalofriante.
Yo, que había preparado café, coloqué la cafetera, las tazas y los dulces en una bandeja que puse en una mesita situada frente al sofá, invitándola a que tomara asiento pues desde que había llegado había permanecido de pie.

– ¿Quieres el café sólo o con leche? –
– Con un poco de leche… – respondió ella enjugándose las lágrimas con un pañuelo de papel.
Me levanté y le traje una caja entera de kleenex. Se notaba que iba a necesitar bastantes porque, a pesar suyo, no podía contener su llanto.

– A ver, querida, cuéntame qué es lo que te pasa… – le dije suavemente – desahógate, te hará bien… Además recuerda que el año pasado rompisteis la relación durante nada menos que cinco meses y al final todo volvió a ser igual que antes, o incluso mejor, diría yo…
– Esta vez es diferente… – contestó.

– ¿En qué? – pregunté – si no podéis vivir el uno sin el otro a pesar de que es verdad que peleáis mucho… Pero yo conozco algunas parejas que son como vosotros. Discuten sin cesar, por cualquier nimiedad, pero no pueden vivir separadas.

Efectivamente – respondió lánguidamente, engullendo pastelitos de dos en dos, sin saborearlos, empapándolos con sus lágrimas – Pero esta vez es definitivo… Esta vez no sólo es mi corazón el que lo siente sino que ha sido él que me lo ha dicho clara y escuetamente: ¡No te quiero y soy infeliz a tu lado! ¡Deseo ser feliz lo que me quede de vida! Y hasta me ha bloqueado el “whatssapp” a pesar de que compartimos, de momento, la misma casa por razones económicas únicamente.

Duerme en el sofá y procura no encontrarse ni rozarse conmigo… Me ha asegurado que, a final de este mes, se va a ir aunque tenga que dormir en la calle, puesto que se ha quedado sin trabajo…
– O sea que está actuando igual que el pasado año… – contesté – ya sabes, cuando se queda sin trabajo la paga contigo…

La realidad es que a mí también me dio la impresión de que esta vez el mal iba a ser irreparable. ¿Pero qué podía aconsejarle yo? ¿Qué podía hacer para aliviar su dolor? ¡Nada! Estas cosas son demasiado personales. De modo que opté por decirle algo que creo tener que emplear también.

– ¡Debes empezar a amarte a ti misma por encima de él!

Sé, por experiencia propia, que eso es algo fácil de decir pero difícil de aplicar. Pero, si no actuamos así, sin caer en el egoísmo, nunca podremos ser felices. Es una lección que deberían enseñarnos en el colegio antes que las demás asignaturas. Lamentablemente no es así.

El Nacional

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