Opinión

Vivencias cotidianas de allí y aquí

Vivencias cotidianas de allí y aquí

En memoria de la gran Elizabeth Taylor

Desde niña, fui admiradora de Liz Taylor por ser una actriz dotada de gran personalidad, belleza y unos ojos, que se transformaban según el papel que interpretase, y que eran de un increíble color violeta.  Nacida en Londres, el 27 de febrero del año 1932, era hija de estadounidenses de clase media alta, consagrados al comercio del arte. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, la familia regresó a su país y se estableció en Los Àngeles. Liz hubo de presentarse a varios castings, meta profesional que le fue impuesta por su madre, empeñada en que se convirtiese en actriz. A la edad de diez años fue fichada por la Universal, debutando en el cortometraje “There’s One Born Every Minute” (1942). Después fue contratada por la Metro Goldwyn Mayer, convirtiéndose en una de las niñas prodigio más importantes del cine de entonces. Se estrenó, con éxito, en “La Cadena Invisible” (1943), película protagonizada por la perra “Lassie”, dirigida por Fred M. Wilcox. En este primer ciclo intervino en diversos films pero, el salto definitivo al estrellato, llegó con “Fuego De Juventud” (1944), dirigida por Clarence Brown.

Convertida en mujer, la hermosa actriz fue, en la época, la más afamada de Hollywood, debido también a sus agitadas andanzas sentimentales, que iniciaron en 1950, al contraer  matrimonio con el millonario Nicky Hilton Jr. Este enlace duró menos de un año. Tras divorciarse, Liz se casó con el actor Michael Wilding, con quien convivió entre 1952 y 1957; con el productor Mike Todd, con quien estuvo casada de 1957 a 1958, año en el que enviudó, y con el cantante y actor Eddie Fisher, con quien estuvo emparejada entre 1959 y 1964.

Interpretó una extensa filmografía que confirmó su gran valía y fue recompensada por tres nominaciones al Oscar, una de ellas por “La Gata Sobre El Tejado De Zinc”. Durante este período conoció a dos de sus mejores amigos, Rock Hudson y Montgomery Clift y obtuvo, por fin, la preciada estatuilla por su intervención en “Una Mujer Marcada” (1960), cuyo director fue Daniel Mann. Tras ese gran triunfo protagonizó “Cleopatra” (1963), dirigida por Joseph L. Mankiewicz, cuyo rodaje fue complicado, largo e inmensamente costoso. Durante la filmación de la espectacular película, compartió reparto con Rex Harrison y Richard Burton. Con éste último vivió uno de los idilios más sonados del momento. La pareja contrajo matrimonio en el año 1964, se divorció en el 1974 y volvió a enlazarse en el 1975, separándose definitivamente en 1976. Tras su divorcio, Liz se casó dos veces más. En 1976, con el político John Warner, y, finalmente, con el albañil Larry Fortensky, con quien convivió entre 1991 y 1996. En los años 70 su carrera decayó estrepitosamente y ella fue alejándose gradualmente del cine para dedicarse a causas sociales, como la lucha contra el SIDA, impulsada por la muerte de su amigo Rock Hudson. Estuvo al frente de numerosas campañas de recaudación de fondos para la lucha contra esa enfermedad, motivo por el que recibió el Premio Príncipe de Asturias en 1992 y el título de Dama del Imperio Británico en el 2000. También fue conocida por su gran amistad con Michael Jackson, que fue llamado, por ella y por primera vez, “Rey del Pop”, en un acto de entrega de premios. Michael le dedicó la canción “Liberian Girl”, y le escribió otra, con motivo de su cumpleaños en 1997, titulada “Elizabeth I love You”. La actriz estuvo siempre a su lado en los momentos más duros, incluso cuando fue acusado de abusar de menores. Tras una larga estancia en el hospital Cedars-Sinai de Los Ángeles, Elizabeth Taylor, falleció el pasado 23 de marzo a los 79 años de edad. ¡Descanse en paz!

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