Opinión

Vivir de Norberto James

Vivir de Norberto James

(y 3)

Pero aún con esas zonas oscuras, al poemario Vivir es preciso anexarlo a ese pequeño Olimpo que la poesía dominicana ha construido a base de evocaciones que fluctúan entre el mito y la verdad. De ahí, a que James es, entre los poetas que comenzaron a rasgar metáforas un poco antes de la Revolución de Abril, uno de los más completos, y no por cantar a la aventura caribeña de los cocolos, sino por arrancar, deshuesándola, la ternura y la rabia de una generación de dominicanos que creció al margen de las otras migraciones, como la árabe, la italiana, la china y la haitiana, asentadas en Macorís alrededor de los años de llegada de los afrocaribeños.

Para muchos, esta aseveración podría resultar un insulto, pero a Norberto James Rawlings habrá que dimensionarlo como un buscador de la rica alquimia en donde la inspiración fluye a borbotones y se obtiene con la meditación profunda y la búsqueda de sus raíces, echando a un lado los oportunismos temáticos y la iracundia.

¿Quién podría, entonces, restar validez analógica, metafórica y fonética (porque la poesía es para decirla, para proferirla, para cantarla o para gritarla) a este poema, inyectado al más profundo fluir vivencial?
Lo que Octavio Paz determina como “la llave, como el puente verbal que reconcilia las diferencias y las oposiciones” (Los hijos del limo, 1974), el vocablo “como” es utilizado por James sólo en aquellos requerimientos donde los tropos exigen que la descripción analógica establezca una dialéctica entre los códigos y los mensajes, esclareciendo las contradicciones en un papel, a veces de ironía y otras de cómplice, pero siempre rehuyéndole a las sospechas.

James sólo vincula hacia el enunciado metafórico la palabra “como” en aquellos poemas en que la analogía sigue a la prosodia y cuando la explicitación estructura el ámbito hacia lo consecuencial del clímax imaginativo, porque se deshace de ella —no la utiliza— en aquellas distribuciones textuales que relacionan la emisión de las señales desde sus propios inicios.

El poemario Vivir, de Norberto James consta de 37 poemas, divididos en dos partes: Recién llegados y Lecciones para una ausencia, lo que tiende a desarticular la valoración relativa entre las posiciones y las diferencias.

De Saussure explica así la estructura: “Es un sistema: a) en el que cada valor está establecido por posiciones y diferencias, y b) que solamente aparece cuando se compartan entre sí fenómenos diversos reduciéndolos al mismo sistema de relaciones” (Curso de lingüística general, 1916). Sin embargo, aquel lector u oidor acucioso capaz de leer u oír las correspondencias intrínsecas de la cohesión interna en Vivir, notará la falta de una transparencia evolutiva u orgánica entre Recién llegados (el primer poema del opúsculo) e Imagen lejana (el último de la obra).

Pero como apunté anteriormente, el desmontaje de poema por poema, aunque no logre transitar por el sendero de una evolución consciente en cuanto a temática, se registra en la excelencia y respalda a James como un escritor de trascendencia.

El Nacional

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