USA TODAY Sports cuenta con los 24 mejores candidatos en la boleta del Salón de la Fama del Béisbol 2018 antes de los resultados electorales del 24 de enero. La cuenta regresiva se basa en la votación de nuestro panel de clasificación de poder, que incluye cinco votantes.
Vladimir Guerrero, quien nunca vio un lanzamiento que no le pareció tentador, está entrando a su segundo año en la boleta del Salón de la Fama, quedando corto por apenas 15 votos hace un año.
Guerrero, nueve veces All-Star fuera de la República Dominicana, fue uno de los bateadores más temidos en el juego durante su carrera de 16 años, principalmente con los Expos de Montreal y Los Angeles Engels.
Era una presencia obligada en la televisión con su potencia bruta, su velocidad electrizante y su poderoso brazo, haciendo jugadas espectaculares y errores tontos, a veces todo en un solo movimiento.
Apenas vio ningún video, no prestó atención a los informes de exploración y prosperó simplemente con su habilidad natural.
Se convirtió en una estrella en su primera temporada completa en 1998 con los Expos de Montreal, bateando .324 con 38 jonrones, 109 carreras impulsadas, 108 carreras anotadas, incluyendo un porcentaje de embasarse de .371 y porcentaje de slugging de .589.
Tuvo un año incluso mejor en la temporada siguiente, conectando 42 jonrones, produciendo 131 impulsadas y un porcentaje de slugging de .600. Y cuando lo siguió con 44 jonrones, 123 carreras impulsadas y un porcentaje de slugging de .644, estaba claro que esto era el elemento de un miembro del Salón de la Fama.
El argumento a favor
Guerrero era una amenaza al entrar en la caja de bateo donde podía vencerlo de muchas maneras. Produjo 2.590 hits, 449 jonrones, 2.320 bases robadas y bateó .318 con un robusto .931 en base más porcentaje de slugging.
Fue uno de los líderes de la liga prácticamente todos los años en promedio de bateo y porcentaje de slugging, con dos temporadas en las que conectó al menos 30 jonrones con 30 bases robadas. Perennemente manejó 100 carreras y anotó 100 carreras con 35 dobles y 35 jonrones.
Fue asombroso en su consistencia, batea .300 o mejor durante 11 temporadas consecutivas, bateando .324 o mejor siete veces, y terminando con al menos un promedio de bateo de .300 en 13 de sus 15 temporadas completas.
Terminó con seis temporadas de al menos 30 jonrones, incluidas dos temporadas de al menos 40 jonrones. Tuvo cuatro temporadas de 200 hits. Y condujo a su equipo a los playoffs seis veces.
Fue una amenaza absoluta en el plato de 1998 a 2002, bateando para .325 con porcentaje de embase de .391 y porcentaje de slugging de .602, promediando 196 hits, 39 jonrones, 22 robos con un WAR de 5.9.
Terminó entre los cinco primeros en jonrones en tres temporadas, incluyendo un récord personal de 44 en 2000.
Y, por supuesto, hubo esa mágica temporada 2004 cuando ganó el premio MVP de la Liga Americana, bateando para .337 con 39 jonrones y 126 impulsadas, mientras anotaba 124 carreras para los Angelinos de Los Ángeles. Tuvo 206 hits esa temporada, un total de 366 bases en la liga y 5.6 WAR.
Lo más importante es que llevó a los Angelinos más allá de los Atléticos de Oakland en la División Oeste de la Liga Americana al batear .363 con 11 jonrones y un porcentaje de embasarse de .424 y un porcentaje de slugging de .726 en septiembre.
El caso en contra: digamos que Guerrero habría sido destrozado en esta época de selección de tono y porcentaje de embasamiento. El hombre apenas caminaba. Él balanceó todo. Lideró la liga en caminatas intencionales cinco veces, pero promedió solo 34 caminatas involuntarias al año, una tasa de caminata de 6.5%.
Tuvo 126 asistencias en su carrera, liderando a los jardineros derechos en asistencias en tres ocasiones, pero también cometió 125 errores, liderando la liga en errores siete veces.
Él robó 181 bases, pero fue atrapado 94 veces.
También conectó 277 dobles, el 18 ° total más alto desde que se convirtió en una estadística oficial en 1939. Ese era Guerrero, siempre moviéndose por las vallas, ya sea teniendo éxito o fracasando de manera dramática.
Vladimir
Guerrero es la verdadera historia de la pobreza a la riqueza, creció muy humilde en la República Dominicana sin electricidad ni agua corriente, a veces bebiendo agua de charcos, y con frecuencia durmiendo con tres o cuatro hermanos en la misma cama, abandonando la escuela después del quinto grado para ayudar a mantener a su familia.
