Opinión

Voces y ecos

Voces y ecos

Lo burdo

 

Cuentan que una burra penetró abruptamente a una tienda de cristales. Iba perseguida por un macho de su especie que buscaba poseerla a todo trance. No fue elegante el espectáculo, pero no cabe la calificación de burdos para sus actores ni para la operación. Las acciones burdas sólo proceden de un tipo de seres humanos.

De la gente burda siempre han de esperarse acciones burdas, pero no sólo eso, sino que algunos individuos de esa ralea, simulando finura, incurren también en notables rudezas y groserías. Esos sujetos creen cubrir su tosquedad con el valor de las cosas materiales que ostentan (ropa, automóviles, viviendas).

La dictadura de Rafael Trujillo inició con una acción burda. En las elecciones presidenciales de 1930, hubo persecución y atropellos de sus oponentes, alteración de resultados, la cantidad de votos superó a la de votantes, y para completar: fue incendiado el periódico Listín Diario, único de la época. Luego fue cerrado hasta el ajusticiamiento del tirano.

Puede elaborarse una antología de las acciones burdas de la política dominicana. En 1963, el gobierno democrático del presidente Juan Bosch fue derrocado burdamente, aunque los golpistas tuvieron la “finura” de anunciarlo por un comunicado, que incluía la supresión del Congreso Nacional y de la Constitución proclamada ese mismo año.

La burdez -palabra no registrada en el Diccionario- tuvo un punto alto en 1978, cuando la Junta Central Electoral, en complicidad con el presidente Balaguer, por una tosca sumatoria, despojó al Partido Revolucionario Dominicano –el verdadero- de cuatro bancas en el Senado y una en la Cámara de Diputados.

En la compilación de las acciones burdas de nuestra política no puede faltar la colocación del señor Amable Aristy en la Liga Municipal, en 1999, para lo cual el presidente Fernández autorizó el despliegue de tropas militares, carros de asalto y hasta tanques de guerras. Aristy fue “elegido” en un hotel, al margen de la asamblea de municipios.

La forma en la que el señor Miguel Vargas y sus incondicionales realizaron la convención del otrora poderoso PRD, ha de incluirse entre las más notorias muestras de rudeza de nuestra historia. Cientos de miles excluidos del padrón y el principal contendor, Guido Gómez Mazara, no pudo ejercer el sufragio. La prensa fue atropellada y limitada en su labor.

El adjetivo burdo deriva del latín (burdus) que se traduce también como tosco y bastardo, de mala calidad. Como el PRD ya no es el mismo, puede hablarse de un PRD bastardo, pues se ha falseado su origen y naturaleza. Para peor, se registra bastedad en la pretensión de presentar el grosero espectáculo como una “fiesta de la democracia”.

El Nacional

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