Opinión

Voces y ecos

Voces y ecos

Rafael Peralta Romero

No es ni el comienzo

Las plazas comerciales han venido funcionando como los espacios adecuados para que los ciudadanos acudan a comprar, pagar servicios y recrearse. Eso que algunos llaman “mol” se han constituido en puntos de encuentros de contertulios y se consideraba que para operaciones monetarias eran más convenientes que otros locales de bancos.

Los asaltos sucesivos en tres centros comerciales atentan contra esta ilusión. Aterrorizada por los atracos callejeros, la gente encontró en las plazas una mejor atmósfera, sobre todo para retiro de dinero en bancos. Ahora se filtra la desilusión. Dice el padre Santiago Bautista que la delincuencia ha tumbado el pulso al gobierno. Y tiene razón.

El lunes 26, dos hombres armados irrumpieron en un centro comercial, desparpajaron a la clientela con bombas lacrimógenas y robaron, sin empacho, cerca de cuatro millones de pesos en una agencia bancaria. Otros dos esperaban en un vehículo. Esos cuatro sujetos han sembrado de intranquilidad el país.

Un politólogo –Daniel Pou- observa que el crimen organizado tiene una estructura montada e inteligente, mientras las autoridades carecen de capacidad de previsión. Parece tan cierta esta apreciación que los propios organismos de seguridad del Estado declararon que buscarían por aire, tierra y mar a John Pércival, acusado de los asaltos.

Seis generales y almirantes más el ministro de Interior, tras reunirse con el presidente Danilo Medina, hablaron de garantizar el orden público y la seguridad. “Seremos implacables en la persecución de esos delincuentes”, proclamó el ministro de Interior, Carlos Amarante. Y priorizó la seguridad del Estado sobre la del ciudadano.

El ministro de Defensa, Rubén Darío Paulino Sem, sostuvo que 58,000 militares apoyan a la Policía en la búsqueda y captura de los responsables de los asaltos. Aseguró que moverán aire, mar y tierra, pero que serían encontrados Percival Matos y Brayan Peter Félix Paulino. Horas después, el gobierno anunció la muerte del primero.

Era evidente que el exteniente fuera responsable de los hechos citados, pero no había sido juzgado. Los 58,000 miembros de las Fuerzas Armadas más los 35 mil de la Policía no fueron capaces de detenerlo y entregarlo a la justicia. No obstante la pericia que se le atribuía en estas lides, no disparó arma alguna cuando fue capturado y ejecutado.

El gobierno ha dado un golpe de efecto con la eliminación de ese joven perturbado, pero que no pretenda hacernos creer que con esta muerte ha terminado la delincuencia. El rumor público sugiere que alguien podría temer a que Pércival fuera escuchado en un interrogatorio. El gobierno celebra una victoria, pero que sepa que esto no es ni el comienzo.

El Nacional

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