Opinión

Voces y ecos

Voces y ecos

Rafael Peralta Romero

Temas para novelas

Un escritor neófito está preocupado porque no le llegan los temas para componer una novela. Quizá haya sido influido por autores que se empeñan en crear obras narrativas al margen de la realidad, esa misma realidad que viene a menudo repleta de hechos y situaciones mucho más novedosos y extraños que aquellos que pueda crear la imaginación.

Los sucesos que se están registrando a diario en nuestro país requieren de poca imaginación para elaborar una obra literaria. Solo cuatro ejemplos:
1-Un sacerdote homosexual mata a martillazos y puñaladas a su amante de 16 años, con el cual durante tres años mantuvo relaciones, porque según el cura el menor lo estaba chantajeando con publicar vídeos y fotos sosteniendo relaciones sexuales.

El muchacho exigía dinero en cantidad impropia de alguien de su edad. Conviene crear el suspense en torno a la fuente de dinero del sacerdote para complacer al muchacho. El cura revela a los investigadores de la Policía y el fiscal encargado del caso que mató a martillazos y puñaladas al monaguillo, y que montó el cadáver en su carro y lo llevó lo lanzó en un matorral.

2-Una mujer, dirigente política y con ínfulas aristocráticas, molesta porque su hijo embaraza a una joven, menor de edad, con la que tenía amores, prepara un plan para matar al nietecito de ella en el vientre de la novia de su hijo. No quería descendiente de una plebeya. En el intento, muere también la muchacha y entonces viene el nudo. Consiste en cómo desaparecer el cadáver y otras evidencias. Encuentran el cadáver en un basural.

3-Una chica menor de edad que vive junto a su abuela ciega sale tarde de la noche a cenar con una amiga, también menor, que va con amigos al parecer propietarios del vehículo. En la madrugada la llevan, de inmediato no se sabe quién, a un hospital. Muere. La Policía se apresura a informar que fue un accidente. Familia rechaza esa versión. Conjeturas.

4- Más de sesenta días después de que un recluso con largo historial delictivo desparece de una cárcel, las autoridades se enteran que el sujeto ha muerto. ¿Cómo murió y dónde lo enterraron? Nadie sabe. Es una historia de muerte, pero puede tratarse alegremente, pues la literatura también incluye el humor. Nuestro personaje, llamémosle Quirinito, por lo simpático, fue declarado enfermo y luego muerto. Nadie lo llora ni le hace responso.

No hay que temer: la literatura no deja de ser creación porque el autor se haya fundamentado en hechos y personas reales para diseñar sus personajes y atribuirles los hechos que constituirán la trama de su obra.

El Nacional

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