¿Qué Pasa?

X-Men origines: Wolverine

X-Men origines: Wolverine

Todo es ruido y efectos en ‘X-Men origines: Wolverine’. Todo es candidez e infantilismo, y un concepto del cine fantástico demasiado llevado y traído. El sentido de espectáculo y aparatosidad del film contrasta con la seriedad que el actor Hugh Jackman intenta incorporar al personaje central.

El film pretende crear un marco narrativo pleno de interés, al situar su contexto en la época y la forma como surgió el mutante Wolverine, pero esto es solo un pretexto; una cortina de humo. La evolución del personaje desde el día uno, hasta la forma como ya todos le conocen nunca fue un objetivo real y honesto.

Hay una que otra idea a la que pudo seguírsele el rastro, o mejor dicho, hay demasiadas cosas aquí a las que no se les presta atención, y solo se incluyen como meros adornos. Lo que verdaderamente interesa es el espectáculo vano, burdo y mediocre.

 Y no se trata simplemente de que esta sea una película de verano, concebida para el gran público. No, la cuestión es que el film no se detiene ante nada. El ridículo y el absurdo campean aquí a sus anchas sin ningún reparo. Este un monumento a la inconsistencia, en el que la emoción no tiene cabida. La película arranca en Canadá en 1845, y nos introduce a los mutantes medio hermanos James Logan (Hugh Jackman) y Víctor Creed. A continuación  un imaginativo montaje –esto es lo único de cierto valor en el film que despierta un genuino interés –nos muestra a ambos peleando en todos lo conflictos bélicos Americanos desde la Guerra civil hasta Vietnam. Y el cóctel de elementos no termina ahí, por supuesto. A ello hay que agregar los experimentos genéticos realizados por un trastornado militar, una trágica historia de amor y el enfrentamiento entre Wolverine y su sádico y sanguinario hermano Víctor.

Pero como ya hemos dicho los problemas de la película no apuntan en una sola dirección. Por un lado, la dirección del sudafricano Gavin Hood, ganador del Oscar al mejor film extranjero en 2005 por Tsotsi, es completamente plana, impersonal y carente de brillo y vigor. Por cierto, se dice que Richard Donner fue quien concluyó la filmación de la película.

Por el otro, el guión luce tan apresurado y carente de todo sentido de desarrollo que parece haber sido formulado durante el mismo proceso de rodaje. En general, la película carece de inspiración y creatividad, y Jackman, quien tiene carisma y una fuerte personalidad, se esfuerza en dotar de credibilidad a un personaje que en realidad no le exige mucho.

El Nacional

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