¿Qué Pasa?

Y nos premió el Nóbel…!

Y nos premió el Nóbel…!

Llegó como se le imaginaba: Circunspecto, pero sonriente. Elegante, pero sobrio -corbata gris a rayas, traje azul marino-, acompañado por su esposa y prima –Patricia-, y franqueado por un séquito que no pudo ser más exclusivo -el Presidente de la República, Leonel Fernández, la Primera Dama, Margarita Cedeño de Fernández y el ministro de Cultura, José Rafael Lantigua, más una grande representación de su familia –ahora residente en el país-, compuesta por sus hijos –Gonzalo y Alvaro-, y casi todos sus nietos.

Al flamante Premio Nóbel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, pareció no sorprenderle el sentido aplauso de pie de de la significativa representación de la intelectualidad dominicana presente, ni el ánimo partidario hecho causa común de los principales ministros de la República.

Respondió cordial levantándose ceremonioso y agitando levemente la mano derecha.

El acto dio inicio con las palabras pertinentes del locutor Omar Liriano, director del Centro de Información Gubernamental (CIG), y voz recurrente en los actos donde participa el primer mandatario.

Este, aludiendo a “la patria grande latinoamericana”, cedió la palabra al ministro de Cultura, quien haciendo gala de una prosa sin desperdicios, hizo un  datado recuento histórico-literario del decurso intelectual y creativo del escritor peruano, nacionalizado español.

Palabras premiadas

Ya condecorado con la Orden Heráldica de Cristóbal Colón, en el Grado Gran Cruz Placa de Plata, contenida en el decreto 708-10, Jorge Mario Pedro Vargas Llosa (Arequipa, Perú, domingo 28 de marzo de 1936), dijo sentirse emocionado con las palabras del ministro de Cultura dominicano.

Aludió a la lectura temprana de las obras del humanista dominicano, Pedro Henríquez Ureña, reconociendo su estatura continental y la trascendencia universal de las enseñanzas que prodigara a gran parte de la intelectualidad de Hispanoamérica; entre los que citó a Alfonso Reyes, Ernesto Sábato, Jorge Luis Borges y José Vasconcélos. Subrayó que, fijado ya un domicilio propio en Juan Dolio, el hecho de que uno de sus hijos (Gonzalo) contara con residencia permanente, sumado el presente reconocimiento, más que un impulso evidente a su carrera, le compromete “como un dominicano más”, a ser un mejor ciudadano y a ha tratar de merecer a diario la que ya considera su tercera nacionalidad.

Sus palabras de agradecimiento dieron pie a la inesperada intervención del Presidente, quien ponderó la diversas etapas creativas del escritor, valoró el aporte de su ensayística y rememoró el primer contacto con sus letras, ocurrida en su barrio de Villa Juana.

Se trató de un folletín contentivo de un memorable encuentro en la Universidad de San Marcos (Perú), entre Gabriel García Márquez y el autor de “La Casa Verde” (1965). Se refirió a las influencias de Jean Paul Sartre (1905-1980), Víctor Hugo (1802-1885), Alber Camus (1913-1960), William Faulkne (1897-1962) y Jean-François Revel (1924), en la obra Vargallosiana y dijo que éste, de joven, quería ser como ellos, y ahora los jóvenes quieren ser como él.

El acto concluyó con un brindis y el saludo al anfitrión y al Nóbel 2010.

Nóbel dominicano

Lantígua resaltó las tres menciones al país hechas por el autor de “La Fiesta del Chivo (2000), en su discurso de recesión en Estocolmo. Valoró la estrechez de los lazos existentes entre el escritor, su familia más próxima y “muchos vargallosianos dominicanos”. Apuntó que sus visitas continuas a la isla, sus consideraciones siempre favorables sobre nuestra democracia, historia, hospitalidad proverbial, desarrollo social y crecimiento económico, así como la gran influencia de su obra y trayectoria, lo hacían merecedor de ser considerado como “el primer Nóbel dominicano”. Ocurrencia feliz que conllevó a un estruendoso aplauso por parte de todos los presentes en el Salón de Embajadores del Palacio Nacional.

El Nacional

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