Opinión

¡Ya basta!

¡Ya basta!

Orlando Gómez Torres

En el día de ayer los choferes del transporte de carga de FENATRADO realizaron un paro de 24 horas, en un claro intento adicional de hacer muestra de fuerzas e intimidación previo al fallo del recurso de amparo interpuesto por el CONEP ante el Tribunal Superior Administrativo (TSA). Esta última rabieta de ese sector es una muestra adicional de la imperiosa necesidad que tiene nuestro país de poner fin al monopolio empresarial sostenido bajo el falso manto de un sindicato de empleados sin jefes.

Desde la tácita aprobación por parte del Estado de la constitución de un monopolio en el transporte de carga, hasta el abuso sin tapujos de la figura legal del sindicato, el estatus comercial y legal de los transportistas es tan caótico como sus actuaciones detrás de un volante.

Al final somos todos los dominicanos los que pagamos con nuestros impuestos las dádivas de las que estos se benefician, con el dinero de nuestros bolsillos los costos que su monopolio impone sobre los bienes de la canasta familiar, con nuestra estabilidad institucional la carga que su chantaje impone sobre el Estado y con nuestras vidas su manejo temerario por nuestras calles y avenidas.

Los “dueños del país” como desde años lo ha catalogado este medio a través del cual escribo, son el espejo de nuestra mediocridad como nación. Los sindicatos de choferes con cada una de sus actuaciones nos recuerdan nuestro estado de nación fallida, condenada al tercermundismo perenne, rendida al caos y sumisa frente a sus constantes desgracias auto-infligidas. Los choferes son nuestro diario recordatorio de que somos una nación masoquista.

Los medios legales para curarnos del parásito choferil que se alimenta del complacido cuerpo de nuestro país están ahí, siempre han estado ahí. La Constitución, las leyes, hasta los acuerdos comerciales internacionales nos sirven por galones el agua tibia que tercamente pretendemos reinventar cada vez que consideramos aplicarnos la medicina para curar esta desgracia.

Yo espero que los magistrados del TSA, y eventualmente los del Tribunal Constitucional, sean lo suficientemente valientes de exponer lo que no requiere un título universitario en Derecho para claramente ver. Me gustaría que con su fallo esos magistrados le otorguen a este país derrotado en su pobreza aunque sea una mínima chispa de esperanza, y que nos ofrezcan una alternativa a esta existencia caótica de nunca parece acabar.

Ese fallo no va a significar el fin de nuestras desventuras con la plaga choferil montada en falsos sindicatos, pero sí sería el primer gigantesco paso para desenmarañar este calvario de décadas en el transporte de la República Dominicana. Ya basta.

El Nacional

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