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Yihad en Estados Unidos

Yihad en Estados Unidos

ESTADOS UNIDOS.  (BBC.  Mundo). En los años posteriores a los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, las amenazas de militantes islamistas a este país parecían provenir exclusivamente del exterior, pero acontecimientos recientes han refutado esa presunción y plantean la cuestión de cómo prevenir la radicalización de los inmigrantes musulmanes.

La ciudad de Daphne, en el estado de Alabama, es uno de los últimos lugares que uno asociaría con la yihad o guerra santa.

Es un lugar de comodidad y confort, ordenado y próspero. Las grandes casas están a buena distancia de la carretera y se extienden perezosamente entre los árboles, bajo el cálido sol primaveral.

En frente de muchas casas y tiendas cuelga la bandera estadounidense, que apenas se mueve en la quietud de la tarde.

Aquí creció Omar Hammami, un niño estadounidense, bautizado y visitante asiduo de una iglesia cristiana.

Aquí se desprendió de su cultura y su religión y se convirtió a un Islam cada vez más ortodoxo.

Y aquí comenzó un viaje que lo llevó a las tierras salvajes de Somalia y a una posición de alto perfil en al-Shabab, un brutal grupo de insurgentes islamistas.

“Su padre es sirio, un musulmán sunita, su madre es una bautista del sur, de un pequeño pueblo cerca de aquí. Su madre lo llevaba a la iglesia y cosas por el estilo”, explica su compañero de colegio James Culveyhouse.

Omar Hammami era popular en la escuela, perspicaz y carismático, presidente electo de su año escolar.

Las cosas empezaron a cambiar cuando Hammami visitó Siria en su adolescencia.

“Cuando se fue de vacaciones comenzó a pensar ‘no soy sólo estadounidense, también tengo este otro lado’. Leía más y más, y cuando tenía 15 años decidió: ‘Quiero ser musulmán'”, dice Culveyhouse.

Con los años, Omar Hammami se convirtió en un seguidor de un Islam cada vez más estricto, llegando a ser mucho más ortodoxo que su padre.

Finalmente, tanto Hammami como Culveyhouse se trasladaron a Toronto, Canadá, que tiene una gran comunidad somalí.

Allí, según Culveyhouse, el Islam de Omar Hammami pasó a ser fuertemente politizado.

Lo que le pasó a Omar Hammami es importante porque la yihad cultivada en el propio país se está convirtiendo en un problema para Estados Unidos.

Durante años, los estadounidenses se creían aislados de lo que parecía, en Occidente, un problema europeo.

Pero ha habido una serie de casos que muestran que esto ya no es así:

Decenas de jóvenes han salido de la comunidad somalí de Minnesota para hacer la guerra en Somalia

Adam Gadahn creció en California, se convirtió al Islam y ahora habla en nombre de al-Qaeda en Pakistán

Faisal Shahzad vivió en Estados Unidos durante una década, antes de intentar hacer estallar una bomba en Times Square, Nueva York

Y el mayor Nidal Hassan, nacido en el estado de Virginia, se convirtió en médico y soldado de Estados Unidos, y ahora es acusado de matar a 13 personas y herir a otras 29 en un tiroteo en Fort Hood, Texas

Al-Qaeda era hasta hace poco una amenaza extranjera”, dice Peter Neumann, director del Centro Internacional sobre la Radicalización del Kings College de Londres, Reino Unido, actualmente en Washington DC.

James Culveyhouse fue testigo del cambio gradual de su amigo Omar Hammami.

“Ahora que la amenaza de Al-Qaeda se ha convertido en algo más interno, hay que preguntarse cómo hacer frente a ciertas comunidades. Los estadounidenses no están acostumbrados a esto”, añade.

Las experiencias de los musulmanes estadounidenses –que se calcula en 1% de la población- son muy diferentes.

Mia Bloom, miembro del Centro Internacional para el Estudio del Terrorismo en la Penn State University, de Pensilvania, EE.UU., ofrece los ejemplos contrastantes de los refugiados somalíes y los inmigrantes paquistaníes en este país.

Los inmigrantes procedentes de Pakistán en Nueva Jersey a menudo se unen a una comunidad existente que les ayuda a integrarse, explica, mientras que “los refugiados, especialmente los refugiados de zonas devastadas por la guerra, como Somalia, tienen un proceso de asimilación muy diferente”.

El debate sobre la inmigración musulmana y la radicalización ha existido desde hace algún tiempo en Estados Unidos.

Las fuertes reacciones a la propuesta de crear un centro islámico y una mezquita cerca del lugar de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York fueron una de las manifestaciones de la preocupación de los estadounidenses por el Islam dentro de las fronteras de su país.

De una forma más directa, el Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes ha estado celebrando audiencias sobre la radicalización islámica en Estados Unidos y, lo que es más contencioso, ha estado preguntando si los líderes musulmanes cooperan plenamente con agencias estadounidenses del orden público.

Pero el debate hasta el momento no se ha centrado mucho en entender por qué, en una sociedad conocida por su capacidad para la integración, algunos se deshacen de su identidad estadounidense con tanta fuerza y con un objetivo tan violento.

James Culveyhouse –quien también se convirtió al Islam- tiene algunas ideas sobre dónde empezar a buscar a los yihadistas internos.

“No es la primera generación de inmigrantes”, dice, “ellos no van a salir (a luchar)”. Tampoco, dice, son los hijos de los inmigrantes religiosos.

En su lugar, señala, hay que observar a quienes crecen en hogares seculares o no practicantes. Una crisis de identidad se produce en algún momento.

“Es como una goma elástica”, dice, “si uno la estira mucho en una dirección, tiene que soltarla en algún momento”.

El Nacional

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