Opinión

¡Zape!

¡Zape!

Mi esposa y yo hemos sido víctimas de robo, o intentos de atraco en más de diez oportunidades y en ciudades tan distantes como: Santo Domingo, Río de Janeiro, Guatemala, Buenos Aires, Panamá y Ginebra. Milagrosamente en todos los incidentes salimos bien, incluso en algunos beneficiados. Ella lo atribuye a la protección del Santo Cristo de Bayaguana. Yo insisto que es la intervención de San Pascual Bailón.

Una vez regresando a mi residencia en el sector de Arroyo Hondo, encontré toda la casa revuelta, gavetas en todos los cuartos abiertas, fotos dispersadas en el piso, equipos electrónicos ausentes y el perrito poodle que me miraba con una cara de vergüenza. Lo más indignante fue una “plata de excremento” que no se con cual propósito, dejaron en el patio.

La sensación que se siente es que te han violado, que alguien desconocido para ti, ahora conoce todas tus intimidades y que puede envalentonarse para regresar y romper nueva vez los hierros de la ventana. Sin ninguna esperanza fui al destacamento de policía, puse la querella y detallé todo lo que habían robado. ¡Sorpresa! a los cuatro días un vecino me informó que apresaron los ladrones robando en la casa de al lado.

Allí estaban los nombrados Chupín y Franklin, dos niños de 13 y 14 años que confesaron todo.
Inicié una conversación con ellos que luego creo devino en una amistad soterrada. Me contaron todos los detalles: me conocían, al perrito le trajeron un salchichón, lo llamaron chimi chimi y el ingrato no ladró, dejaron el excremento atendiendo a una cábala, y finalmente me advirtieron inocentemente que mi vecina era bruja, y que el altar que allí tiene, fue la razón de su fracaso.

El teniente Peña, me mostró al adulto que los guiaba así como los métodos persuasivos que utilizaba para llegar a los objetos robados. Tres días después, nos condujeron a un cuarto lleno de tesoros, y pidieron que identificáramos nuestras pertenencias. Cuando teníamos dudas, uno de los agentes decía, “llévese ese, que ese es el suyo”…Bueno!

Al final terminamos conociendo las historias de vida de estos jóvenes, recuperamos todos nuestros bienes y agradecidos de un oficial que luego lamentablemente perdió la vida en un accidente de tráfico. Continuará…

El Nacional

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