Opinión

Zelaya en Honduras

Zelaya en Honduras

La inesperada presencia del depuesto presidente Manuel Zelaya en territorio hondureño, obliga a los golpistas, a la comunidad internacional y a todos los actores involucrados en la crisis de ese país, a retomar el conflicto, que, por cierto parecía relegado a un plano secundario.

      Los pesimistas y los conservadores han recibido un duro golpe con la concretización del retorno del derrocado presidente. Quizás la mejor experiencia del golpe de Estado en Honduras ha sido la caída de la careta de los falsos demócratas y constitucionalistas en el continente, y, particularmente, en nuestro país.

      La vuelta del suspendido pPresidente Zelaya a Honduras, disipa cualquier duda sobre su valor personal. Retornar a un país gobernado por sus enemigos, con la sola garantía del principio de la extraterritorialidad, y a sabiendas de que los golpistas son capaces de hacer lo peor, es un sacrificio extremo, y una demostración de entrega total a la causa que se defiende.

      La comunidad internacional, las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos, en particular, parece que conocían los planes de regreso de Manuel Zelaya, y de ahí su reacción, una reacción muy distinta a la que adoptaron en los fallidos intentos anteriores.

      La presencia y las primeras declaraciones de Zelaya, desde territorio hondureño, han desinflado a Micheletti y a los suyos.  Primero, el gorila mayor negó el hecho de que Zelaya se encontrara en tierra hondureña, y después, vuelve con la bravuconada de que no está en disposición de negociar con el  derrocado.

      Los golpistas saben que el tiempo se les acorta, y que no es lo mismo llamar al Diablo que verlo llegar. Con Zelaya dentro del país, y con el pueblo en las calles, poco importa el cierre de los aeropuertos y de la frontera. Micheletti tiene los días contados, y lo único que le espera es la soledad y el remordimiento. 

      La ONU y la OEA deben emplazar ahora al gorila mayor y a su corte, para que firmen la propuesta del presidente de Costa Rica, Oscar Arias, en el más breve plazo posible.

La resistencia del pueblo Hondureño y la tenacidad de Zelaya, han precipitado los acontecimientos. El presidente Barack Obama debe utilizar toda su influencia en los organismos internacionales para hacer prevalecer el respeto a la voluntad popular  en toda Latinoamérica.

A los golpistas hay que darles una lección, y esa lección no debe dejar ninguna duda.

El Nacional

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