La cacería.
¡Pam! ¡Pam! ¡Pam! Juanito, el conejo, no sabes donde esconderse.
Es imposible asomar la nariz fuera de la madriguera: Las balas no paran de silbar.
Juanito decide permanecer tranquilamente en el fondo de su madriguera.
De repente, siente que la tierra se mueve y oye ladrar a un perro.
-¿Qué voy hacer ahora? -se pregunta preocupado-. Voy a cavar y huir a toda velocidad hacia la madriguera vecina…
Después de mucho esfuerzo. Juanito logra llegar a casa de la liebre.
-¡Vaya! ¡Podrías entrar por la puerta!
-Los siento, pero es que ha empezado la temporada de caza, y hay un perro que viene pisándome los talones.
-¡Qué no cunda el pánico! ¡Lo tengo todo previsto para estos casos! ¡Sigueme!
La liebre lleva a Juanito a una madriguera protegida.
-Cierra bien ese pasaje que has abierto. En dos minutos estaremos en el jardín de Rogelio.
Allí no tendremos que preocuparnos de ser molestados por perversos cazadores.