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ZONA INFANTIL

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El Caballo de Panes

 

Un caballo hecho de panes, que trotaba en la sabana, salió a comer una tarde. En el camino encontró a un lagarto de melaza. ¿Se comen a los lagartos los caballos de panes? Preguntó a la lagartija que en el suelo correteaba.

El lagarto de melaza con el sombrero en la mano, se acarició la barbilla sin saber qué contestar. “Difícil pregunta, es esa amigo caballo, pero si quiere, podemos investigar”. El caballo emocionado y hambriento le propuso al lagarto que se dejara morder, pero el lagarto, molesto, contestó: “No ¿cómo cree?”.

Luego dijo aún irritado: “De seguro que eso duele, es mejor si preguntamos en el monte a la hoja verde.

Dijo el caballo al ver el cielo: “Creo que convendrá mi amigo que mañana investiguemos, ¿irás a investigar conmigo?

El lagarto asintió, quería ir de una vez. “no, ahora mire que va a llover y no quiero mojarme en el chaparrón.

Los caballos de panes no nos podemos mojar, se nos caen las crines y no podemos andar.

Al día siguiente hubo sol claro, el lagarto de melaza fue a esperar su amigo, con su sombrero en la mano, pensaba en lo confundido que estaba el caballito, por no saber qué comer, estaba loco ¿habrase visto? Pero también lo estaba él.

Fueron a la hoja verde y el lagarto reverente saludó con un: “buenas tardes”. Contestó ella: ¿tardes verdes”.

“Aquí mi amigo el caballo se siente muy preocupado tiene ganas de un bocado y no sabe qué comer.

La hoja verde muy seria, se quedó en silencio un rato, luego de un arrebato les tiró una silla regia.

¡Cómo se han atrevido los dos a pisar mi casa? ¡Sé que han convenido comerse a esta hojita flaca!

¡Eso comen los caballos aunque estén hechos de panes, las hojas con todo y tallo! ¡Ustedes quieren masticarme!

Gritaba la hoja furiosa, los amigos no entendían por qué temblaba de ira, o por qué les lanzaba cosas.

El lagarto de repente comprendió por qué el enfado, “ella cree que será el bocado” Le dijo: ¡Urgente!

¡Dile que no te la quieres comer, que tienes mucha mucha hambre, que te aconseje algo que hacer”

El caballo así lo hizo, y se tranquilizó la hoja verde, se peinó algunos rizos y le dijo: Para comer vete a la sabana más grande, dile a la hoja de hierba que te mandó la hoja verde, que te deje comer en sus yerbales.

Los dos amigos, alegres corrieron a la sabana, el lagarto fue a su casa quería alimentar a su hermana.

El caballo engordó tuvo toda la hierba buena, esta historia le contó a sus hijitos que eran panes de nutela.

(José Beltrán).

El Nacional

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