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Zonas Francas, de la textilería a los vegetales

Zonas Francas, de la textilería a los vegetales

La fuerte contracción en la demanda de todos los sectores de la economía mundial, ha provocado una ola de despidos masivos de trabajadores en las empresas de todos los países: pobres y ricos.

En la República Dominicana el Gobierno ha utilizado todos los instrumentos disponibles para reducir el impacto en el sector de zonas francas, principalmente de textiles, así como en el caso de la minera Falcombridge Dominicana, para preservar el mayor número de empleados.

Para las empresas textileras de zonas francas que recibieron con beneplácito la ayuda gubernamental de aproximadamente 2,800 millones de pesos para la sustentabilidad del empleo, todo a raíz del ingreso de China Continental al gran mercado norteamericano libre de cuotas, ahora la presión es mayor pues la recesión de las principales economías del planeta obligará no solo al despido de mano de obra, sino al cierre de las empresas. No será suficiente un paquete de estímulo económico para combatir las dificultades.

Pienso que un nuevo enfoque para este sector que incorpora componentes similares a los que utilizan,  es el de convertir la producción de textiles a la producción de vegetales bajo la tecnología de la plasticultura. Esta estrategia podrá resultar el mejor remedio al cesanteo laboral y una nueva visión y misión del empresario dominicano.

La gran masa de trabajadores medianamente especializados de estas zonas francas pueden ser incorporados a estos modelos productivos. Su origen es rural que ha venido desplazándose a las zonas urbanas atraídos por el tipo de empleo. Asimismo, los directivos de estos negocios gozan de amplia experiencia en el manejo de exportaciones; su entrenamiento es un pilar importante para el fortalecimiento de estos negocios de agroexportación, tanto para la puesta en ejecución de buenas prácticas de embalaje, manufactura, bioseguridad, etc., y sus implicaciones en estas actividades de exportación.

La productividad, la eficiencia y la capacidad gerencial para participar en el comercio internacional de los productos de estación, se constituyen en variables fundamentales para el desarrollo de la producción nacional. La consolidación de la competitividad requiere la innovación constante, la promoción de las capacidades empresariales y la constitución de mercados eficientes.

Si tratamos de encontrar una manera contundente para ayudar al rescate de estos negocios, y aunque impliquen nuevas inyecciones de capital así como el esfuerzo gubernamental para expandir la tecnología de la plasticultura, esta es la vía para el proceso de reconversión productiva que podemos alcanzar y que deberá dejar logros positivos.

La reconversión productiva plantea retos en materia agroempresarial y de infraestructura. Las cadenas agroalimentarias hacen hincapié en la calidad, la inocuidad, pero estas exigencias no solo se quedan en la calidad, sino a sistemas, tecnologías, procesos, la armonización de normas, la fijación de estándares internacionales y este escenario no es de difícil aplicación para los nuevos actores que vendrían del sector de zonas francas de textiles a zonas francas de vegetales y frutos de estación para exportación.

Consolidar estos aspectos es de vital prioridad para abrir nuevos mercados y las condiciones de acceso. Por la parte de los instrumentos de política macroeconómica, del marco legal e institucional en el que se concreta la actividad económica, para nadie es  un secreto que el recurso acariciado por el empresario de zonas francas que es el de la devaluación de nuestra moneda, es un imposible. La base de la estabilidad macroeconómica y de la baja inflación reside en este dique de contención para las operaciones de este renglón de exportación de las zonas francas dominicanas.

Vamos a promover la reestructuración, que acompañada de la desregulación y de las facilidades de exención fiscal, o mejor dicho, del poco o ningún interés fiscal del Gobierno en el sector agropecuario, estaríamos consolidando las bases para una nueva arquitectura agropecuaria. Sería éste un proceso modelo de gestión nacional con características propias. La viabilidad de este modelo no hay que llevarlo a un proceso de investigación sino solo de adaptación, de adecuación, es mi criterio.

Constanza está ahí, sedienta de inversiones para las agroexportaciones. Su clima y su vocación para el desarrollo de esta tecnología los tiene. Más de cinco mil nacionales haitianos trabajan y deambulan en las comunidades y comarcas cercanas y la mano de obra nacional bien pagada y atendida en las condiciones laborales garantizan el éxito.

En esta población la reconversión productiva del cultivo de ajo es un imperativo. Su baja productividad y competitividad obligan al cambio en el modelo productivo. Con la introducción de la tecnología in vitro podríamos desarrollar el cultivo de la fresa con un amplio mercado nacional e internacional.

¡Inversionistas, anímense a impulsar una efectiva transformación que atienda a las nuevas realidades del sector agropecuario!.

El Nacional

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