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Zoraida Heredia siempre vivirá

<P>Zoraida Heredia siempre vivirá</P>

Un mes de mayo, mes de las flores, nació una flor inmensa, cuyos pétalos blancos como su alma, adornaron la vida de miles de seres humanos en las aulas y fuera de ella.

Su nombre: Zoraida Heredia viuda  Suncar, hija de una familia de ilustres maestras y quien inició su carrera magisterial en la provincia de San Cristóbal en el año 1937.

Allí unió su vida a don Manuel Emilio Suncar, educador y poeta, a quien consagró su vida y con quien procreó dos hijos a quienes amó intensamente: Bárbara y Héctor.

Tuve la oportunidad de conocerla muy de cerca: mujer de gran fe en Dios y en el futuro. Mujer del pasado y del presente, porque siempre digo: ella vivió su época, supo entender a sus coterráneos del presente utilizando siempre su gran habilidad para entender a los jóvenes y a los niños.

Sus consejos: edificantes, valiosos.

Casi siempre cuando vemos partir a alguien que amamos decimos: ¡Tan bueno que era!, pero no, como me decía su ex alumna Carmen Salcé: Ella era buena.

En doña Zoraida se conjugaban cualidades de eficiencia y entusiasmo, que la hicieron ganar el amor, el aprecio, la admiración y el cariño de su pueblo y de todos los que tuvimos la valiosa oportunidad de escucharle y de que ella en momentos difíciles nos consolara con su amigable voz, ya fuera que estuviéramos cerca o lejos de ella.

Cuando laboré a su lado en el Ministerio de Educación en el año 1978, como la persona que la asistía en su trabajo como Subsecretaria de Estado de Educación,  comprendí el porqué de su disciplina, de su capacidad laboral, de su integridad y de cómo ella enfrentaba las dificultades en un momento en que el país vivía la transición del gobierno de los 12 años del Dr. Joaquín Balaguer hacia el Gobierno del Presidente Antonio Guzmán Fernández.

 Este último tuvo una confianza plena en ella y le dio autoridad para realizar una estupenda labor que abarcó importantes modificaciones  y entrenamientos masivos de maestros  para capacitarlos en las diferentes áreas del conocimiento, que se realizaban en la Villa Olímpica en la parte Este de la ciudad.

A veces nos sorprendíamos de que ella a las 10: 00 p.m. todavía tenía fuerzas para laborar; las horas pasaban y para ella el trabajo era una diversión.

Al equipo que laboraba con ella nos transmitía fuerzas y disciplina y nos dejó como herencia una mística de cuidar no solo el entorno sino todo lo que estuviera bajo su mando.

 Siempre nos decía: “todo esto es transitorio y ajeno, como tal así lo vemos, nada nos pertenece aquí”.

Un ser humano excepcional a quien conocí y amé como a una madre espiritual. Recuerdo que cuando cumplió 60 años en el magisterio, tuve la grata oportunidad de trabajar con ella en la Universidad Interamericana cuando se desempeñó como Rectora y allí entre otras cosas creó la cátedra Andrés Bello.

Visionaria y dedicada,  realizó diversos trabajos de investigación para conocer los resultados de la aplicación de los métodos de alfabetización que se usaron. Y por primera vez ella aplicó los test ABC en el 1er. Curso de la Educación Primaria.

Realizó otras investigaciones con los temas: ¿Qué cantan y recitan nuestros niños? Y ¿Qué tipo de bachiller necesita nuestra sociedad

En el año 1952 ingresó a la Secretaría de Educación al área técnica, preparando el primer libro de distribución gratuita realizado por el Estado Dominicano en una cantidad de 400,000 ejemplares.

Preocupada siempre por la situación económica de los maestros sugirió a las autoridades educativas, mejorar los sueldos de los maestros de los primeros cursos, por entender que la labor que realizan es “muy intensa y de gran responsabilidad”, como ella me decía.

En el año 1954 ingresó a la Universidad de Santo Domingo y estudió Derecho, graduándose Magna Cum Laude y realizó estudios de post grado en la Universidad de Río Piedras en Puerto Rico.

En 1962 ingresó como profesora de la universidad y en 1970 fue promovida por sus méritos a Directora del Departamento de Pedagogía.

En 1980 Fue nombrada Vice canciller de la República representando al país en diversas ocasiones.

En una Conferencia en Copenhague en el año 1980 pronunció un elocuente discurso a nombre del Gobierno Dominicano, en la Convención Internacional para la Eliminación de todas las formas de Discriminación en contra de la mujer.

En 1984 fue designada miembro del jurado para otorgar el Premio Internacional de la Educación Andrés Bello, patrocinado por la OEA, en Washington.

 Ella fue y será un gran tesoro para los dominicanos.

Comparte un espacio junto a Salomé Ureña, Camila Henríquez, Ercilia Pepín, Aurora Tavárez Belliard, Patria Mella y otras notables mujeres dedicadas al magisterio, a quienes ella emuló.

El Nacional

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