El enorme caudal de lágrimas que se ha derramado en todo el mundo por el deceso de Hugo Chávez constituye un singular acontecimiento histórico, porque ese sentimiento de pesar proviene de lo más sano más sano y elevado de la humanidad, que ha sido infinitamente mayor que las letales radiaciones que emanan de infernales recónditos del poder imperial que creen que con su muerte volverán las oscuras golondrinas.
Al sepelio de Estado de Chávez asistieron 33 jefes de Estado y de gobierno, centenares de delegaciones de partidos y organizaciones democráticas de todos los continentes y más de dos millones de venezolanos aguardaron por presentar saludos ante el féretro de ese líder continental.
Desde la muerte de Evita Perón, hace 60 años, América Latina no había derramado tantas lágrimas por la partida de un icono social. La razón de ese desbordamiento se atribuye al pensamiento y lección política de Hugo Chávez, conectados con los anhelos de redención de millones de seres humanos que malviven al otro lado de la verja de miseria.
Él promovió lo que denomino nuevo socialismo del siglo 21, que no es más que el ejercicio de una auténtica democracia política, al estilo de naciones del norte de Europa, basado en la justa distribución del ingreso o renta pública, pero para que ese modelo de justicia social se insertara en América Latina, era imprescindible recuperar el control de los recursos no renovables de la nación, en el caso de Venezuela, el petróleo.
En Bélgica, Suiza, Suecia, Dinamarca, Países Bajos, los ciudadanos gozan de protección social, acceso a la educación, empleo, vivienda y retiro digno, justamente lo que Chávez y su revolución procuran para los excluidos en la tierra de Bolívar. Tómese en cuenta que durante sus 14 años de gobierno el comandante ni mató ni robó, pero rescato el petróleo y lo puso a disposición de su pueblo.
La revolución chavista no es comparable con la Revolución cubana, porque ambos procesos operaron en realidades muy diferentes, la primera al fragor de la guerra fría y la segunda, en un mundo unipolar, por lo que su fundamento, más que la resistencia a la expansión de un imperio, fue el humanismo y la solidaridad.
Los dominicanos guardamos eterna deuda de gratitud con el comandante Chávez.
Dicen que el cáncer o lo que es lo mismo, la muerte, venció al presidente Chávez, so creo lo contrario. Para mí el venció a la muerte, pues su nombre, figura y ejemplo se mantendrán en el corazón de la humanidad por los siglos de los siglos. Gloria eterna al comandante.