Gran salto
El nuevo acuerdo entre los partidos de la Liberación (PLD) y Revolucionario (PRD), para la creación de un tribunal de garantías constitucionales y la aprobación de una ley de partidos, contribuye a consolidar la democracia y a desbrozar caminos hacia un tipo concertación política que garantice el anhelado proyecto de nación.
Para que se tenga una idea del significado y alcance de ese acuerdo, hay que recordar que hace apenas unos meses la anterior presidencia del PRD se negaba a toda posibilidad de diálogo bajo el argumento de que el actual gobierno es ilegítimo.
En una oportunidad, el pasado titular perredeísta se retiró de una sesión del Congreso del Partido Social Obrero Español porque la dirigencia del PSOE invitó a esa actividad a una delegación del PLD.
Tal era el sectarismo de esa dirección, que para evitar el colapso del proyecto de modificación constitucional, el presidente Leonel Fernández tuvo que concertar un acuerdo con el ingeniero Miguel Vargas Maldonado, que en ese momento no tenía mayor calidad que la de una persona física que poseía influencia sobre 62 de los 68 asambleístas del PRD.
En esa ocasión, el Presidente declinó una nueva repostulación a cambio de que se retirara la expresión nunca más del texto sustantivo, además de la promesa de la bancada oposicionista de garantizar la conclusión en buenos términos de la revisión de la Constitución.
La creación de un tribunal o Sala Constitucional independiente de la Suprema Corte y la aprobación de una ley de partidos, constituyen un gran paso de avance en la consolidación del espacio democrático, por lo que el acuerdo PLD- PRD con ese propósito ayuda a oxigenar el pulmón de la concertación nacional.
El presidente Fernández ha sido desde siempre un firme abanderado de la concertación, por lo que la novedad en esta nueva experiencia dialogante lo constituye el viraje que en esa dirección experimenta un PRD que hasta hace poco era sordo, ciego y mudo.
Los efectos de la crisis económica global sobre el ensamblaje productivo nacional y el enorme pasivo social acumulado por décadas, obliga a líderes y dirigentes a vacunarse contra el delirio y el sectarismo y a promover amplias, novedosas y provechosas formas de concertación.
A pesar de que ambos fueron fundados por un mismo líder de raíz y ascendencia liberal, el PRD y PLD competían o tal vez compiten por conquistar espacios y noción política asignadas a instituciones conservdoras. Al arribar a acuerdos para promover un marco jurídico e instituciona progresista, la estrella y el jacho parecen retornar a sus primigenias posiciones de centro izquierda.