Opinión

A rajatabla

A rajatabla

Consejo al Presidente.-

Aún con la caída esta semana de la Bolsa de Nueva York y con el precio del petróleo que supera todavía la barrera de los 60 dólares y que no se pudo impulsar una reforma fiscal integral, este 2018 debe ser el año de consolidación de la economía dominicana impulsada por el turismo, remesa, inversión extranjera directa y minería.

La agropecuaria y manufactura no estarían en capacidad de servir de dinamo principal del crecimiento, aunque sus aportes al Producto Interno Bruto (PIB) deben ser significativos, por propia cuenta o a través de generación de empleos y divisas.

El alza sostenida en el precio del crudo constituye el mayor peligro para la economía, en razón de que en el Presupuesto General se estimó el barril a 51 dólares, mientras su nivel actual supera los US$63, lo que significaría un incremento de más de 600 millones de dólares en la factura petrolera.

Ese cuadro de relativa incertidumbre también afectaría las proyecciones sobre depreciación monetaria o inflación, pero también hay que resaltar que a la economía dominicana ingresan cerca de 26 mil millones de dólares anuales por turismo, remesas, inversiones y exportaciones.

El ministerio de Hacienda ha colocado en los mercados financieros internacionales bonos por un valor de 40 mil millones de pesos (822 millones de dólares), lo que ha sido considerado como muy positivo, porque evita riesgo cambiario, además de colocar otro bono en dólares por 1,000 millones a 30 años, con lo que el Gobierno cumple con una programación de deuda establecida en el Presupuesto.

Políticos y economistas citan como mayor peligro para la economía lo que definen como endeudamiento descontrolado, sin mencionar que el déficit fiscal es la fuente o causa principal de ese mal y que la mayor parte de los bonos contratados está destinada a cumplir con pago de capitales e intereses.

Mucho se habla del déficit cuasi fiscal del Banco Central generado por los intereses que la institución paga por certificados correspondientes a los miles de millones de pesos devueltos a depositantes y ahorrantes de bancos quebrados durante el periodo 2002-2004.

Ese mal de fondo solo se subsana con una ley de capitalización que redima el monto de ese déficit en un plazo de 20 a 30 años, como ha sido la experiencia de México y Chile, de modo que las transferencias de fondos desde el Gobierno al Banco Central no sea causa de déficit fiscal.

Mi consejo al Presidente: no se aparte ni por un segundo de su agenda basada en promover redistribución del ingreso, equidad social y economía; rechace los consejos neoliberales de algunos colaboradores, basados en las premisas de enseñar al burro a no comer o de que quien no pueda estar vivo, que se muera. El pueblo confía en usted.