Liderazgo transformador
En mis más de treinta años de participación política, casi siempre desde una óptica más reflexiva y conceptual que activa y pragmática, he dedicado muchas horas de lectura, pensamiento y discusión al fenómeno del liderazgo. Con una actitud existencial de crítica constructiva ante las ideas, las de los demás y por supuesto las mías, ha sido arduo encontrar un “líder” a quien llamarle de ese modo y que no pase de ser un gesto afectuoso.
Cuando viví y estudié en Europa a finales de los ochenta, pude observar las características que definen un líder en estadistas como François Mitterrand, Helmut Kohl y Felipe González, entre otros, que trascendieron sus momentos históricos y dejaron un legado incuestionable en sus naciones y en el mundo. En el plano local, Balaguer, Bosch y Peña Gómez fue la tríada de líderes que llenaron una larga época y, hasta el día de hoy, son los referentes usuales en la materia.
No obstante, en su interesante obra “En busca de respuestas. El liderazgo en tiempos de crisis” (Mondadori, 2013) Don Felipe sostiene y concordamos en que “No todo político es un líder”, como tampoco lo es todo el que aspire o logre la presidencia de una nación. Leonel Fernández lo fue durante doce años y, si bien se entiende que alcanzó la condición de líder, muchos cuestionamientos a algunas de sus ejecutorias u omisiones como gobernante hoy le restan estatura.
No obstante, es su reacción a la reforma constitucional que permite hoy al presidente Danilo Medina postularse por la reelección, actuando en sentido contrario a la voluntad mayoritaria de su partido y del pueblo dominicano, lo que ha diezmado su liderazgo. Es indudable que su presencia en el acto de lanzamiento de campaña del presidente-candidato que cuenta con la preferencia electoral y que se perfila como ganador de las próximas elecciones, se lee como una aquiescencia disciplinada a esta loable obra de gobierno y a su continuidad, lo que acreciente su condición de líder.
Para Benazir Bhutto, la recordada y malograda primera ministra de Pakistán, “El liderazgo es un compromiso con una idea, un sueño y una visión de lo que puede ser.(…) Es hacer lo correcto por educar e inspirar a un electorado, teniendo empatía con el ánimo, las necesidades, los deseos y las aspiraciones de la humanidad”. Felipe González lo define como “una conexión especial entre un discurso político… y una aspiración conjunta que expresa la identidad y los deseos mayoritarios de un país”. Y es que el líder sólo ha de aceptar la realidad como es para mejorarla: “el líder de un proyecto de cambio tiene que ser por definición rebelde…”.
Entiendo que estas características del liderazgo político se han podido constatar durante estos últimos años en este nuevo estilo de gestión del presidente Danilo Medina pletórico de realizaciones para el bien común que “no se pueden ocultar” y que han cosechado una su amplia aceptación popular.
Por ello y para consolidar su obra lo respaldamos. Pero es su discurso de lanzamiento de campaña del pasado domingo que lo consagra como el líder que transforma la nación: no estar “plenamente satisfecho” con lo logrado lo proyecta como el estadista que, parafraseando a Otto von Bismarck, no piensa en la próxima elección, sino en la próxima generación.