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Morales Pérez y Almoina
2.- ¿Por qué “lucha anónima”?- Ese no es el calificativo de José Almoina Mateos para su labor en México “contra” Trujillo sino que lo es de Salvador Morales Pérez.

 En la página 164, y en referencia a la facilidad con que desde el puesto de secretario personal del tirano el intelectual logró viajar para residir en México desde 1947, anota el historiador en la página 164 de su libro:

 “…En ningún momento cabe la insinuación de que pudiera haberle servido de agente. Si algún acontecimiento o actividad pudiera sugerirlo se tendría una función encubridora de la lucha anónima que deseaba librar contra Trujillo…”.

 Ese concepto general tampoco es de Almoina sino de Morales Pérez quien, para explicar la salida de Santo Domingo del español junto a su familia, transmite que “la complicidad de un médico español amigo” le facilitó argumentar que sufría de tuberculosis.

 Y concluye el historiador, en la página 163: “…No sabemos si Trujillo se tragó sin más el pretexto, pero la familia Almoina arribó a México en Marzo de 1947…”.

 Es posible que los dominicanos que son antitrujillistas e historiadores, tal y como lo denuncia Morales Pérez,  no hayan alcanzado la frialdad de “dejar a un lado el subjetivismo que impregna a casi toda la historiografía acerca de la dictadura”.

 Lo increíble es que tampoco lo haga, en sentido contrario y 47 años después de ajusticiado el tirano y en defensa de Almoina Mateos, el historiador al que por su nacionalidad y formación se supone conocimiento y capacidad crítica para haber estudiado e interpretar a la tiranía de Trujillo.

 Como explicación de “Yo fui secretario de Trujillo”, la obra laudatoria del exiliado español de 1950 frente a “Una satrapía en el Caribe” de 1949 (denuncia de la tiranía que hizo publicar con el seudónimo de Gregorio R. Bustamente), Morales Pérez habla de ella como respuesta de una carta que la esposa de Trujillo, María Martínez, haría llegar al antiguo preceptor de su hijo.

 El historiador confiesa, sin embargo, que esa carta no aparece en los papeles de la esposa Pilar Fidalgo de Almoina que le mostraron y permitieron revisar los hijos de la pareja y que parece haberse perdido.

 Esa carta con elogios y una velada intimidación quizá no existió. La esposa de Trujillo tenía muy a sus pies al embajador y otros altos funcionarios de la tiranía en la capital mexicana y podía hacer transmitir al exiliado español un mensaje verbal.

 Y es otro hecho la contradicción con “Yo fui secretario de Trujillo” de “Una satrapía en el Caribe”, al extremo de que se dirían escritas por personas e intereses distintos.

 Pero Morales Pérez dedica el propósito de todas las  363 páginas de su libro a demostrar que Almoina Mateos no era un carácter avieso, ambivalente, o ingenuo sino una persona acorralada por el miedo que, como preceptor y secretario particular aprendió a sentir, por  la intimidad, con el tirano y entorno.

 Y explica o justifica  a “Yo fui…”  como “la obra que estuvo forzado a escribir”.

El Nacional

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