Opinión

Al día

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El diccionario de la Real Academia define chupóptero de la siguiente manera:

 “…Persona que, sin prestar servicios efectivos, percibe uno o más sueldos…”.

 Y define así a empleomanía:

 …”Afán con que se codicia un empleo público retribuido…”.

 Las definiciones se ajustan a los miembros y a la mentalidad de lo que fue alguna vez segunda o tercera fuerza política bajo el nombre de Partido Reformista Social Cristiano.

 Joaquín Balaguer, un político tradicional aberrado y aberrante, creó con chupópteros y empleomanía la estructura clientelista que le sirvió como base sociopolítica para sus operaciones.

 Y hoy en día, reducido cada vez más al extremo de haber logrado apenas un 4 por ciento en las últimas elecciones presidenciales, los dirigentes y miembros de ese partido caricaturizan al extremo su naturaleza y su mentalidad.

 Son chupópteros capaces de venderse al mejor postor y postulan el único principio de la empleomanía, al extremo de que se afirma, y es verdad, que cuando un dirigente reformista no tiene un puesto en la burocracia oficial no se siente “vivo”.

 En 2004, con Eduardo Estrella, el PRSC alcanzó un 8 por ciento de los votos del electorado.

 Y cuatro años después, con un dirigente “popular” chupóptero y empleómano, Amable Aristy Castro, redujo esa cantidad a la mitad.

 Hoy en día, y con miras al negocio del año que viene, el PRSC abre varios tenderetes en el mercado de pulgas de su política.

 Aristy Castro se postula otra vez como precandidato, lo mismo que el presidente partidario, el también ministro de Relaciones Exteriores Carlos Morales Troncoso. En esa “lucha” contienden asimismo el diputado “Ito” Bisonó y el desconocido Ricardo Espaillat.

 ¿Convención o primarias en el PRSC?

 Ni soñarlo.

 Entre chupópteros y empleómanos ese procedimiento democrático no tiene la menor posibilidad.

 Los dirigentes de lo que resta del PRSC se reunirán y, de acuerdo o en desacuerdo, escogerán ellos un candidato con miras de negociar un acuerdo que les garantice empleos para 2012-2016.

 En desacuerdo, cada uno de los precandidatos, con excepción del que resulte señalado, mantendrá la división de microgrupos en que se “desmigajan” y tratará de negociar de forma individual pero siempre de acuerdo con su naturaleza de chupópteros y empleómanos.

El Nacional

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