Opinión

Al día

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Danilo Medina ganó la nominación por el Partido de la Liberación con un 87.18 de los votos.

 El si del plebiscito para dejar a los actuales dirigentes ganó con un 67.21 de los votos.

 Los peledeístas que votaron por Danilo, entonces, habrían sido instruidos para votar a favor de que los actuales dirigentes continuaran en sus cargos hasta más allá de 2012.

 ¿Entendió la “intelligentzia” del PLD que era bueno y sabio dar su triunfo a Medina pero dar también el suyo a Leonel Fernández?

 ¿O lo entendió solo la “intelligentzia” danilista?

 No se explica porqué el 87.18 porciento que votó por la candidatura de Medina no votara, como es lógico, a favor de la posibilidad de cambiar a los dirigentes del PLD, que ya se pasan de tiempo en el ejercicio de sus funciones.

 Más que nada Fernández, quien tiene la presidencia junto a la de la República y al liderato del Congreso y de los municipios peledeístas.

 Y Reinaldo Pared, secretario general hace mucho tiempo y, hace mucho tiempo también, presidente del Senado.

 ¿Entendieron los tácticos y estrategas de la política de Medina que bastaba con el triunfo de su candidatura?

 ¿Quisieron compartir esa victoria con la del Presidente y su gente, en la dirigencia del partido “hasta que Colón baje el dedo”?

 Mucha gente entiende, por su conducta desde que lo “derrotó el Estado” en las elecciones para la candidatura peledeísta hacia 2008, que Medina se ha hecho un especialista en recular.

 “El reculador”, le dice alguna gente.

 ¿Por qué no aceptar la victoria completa de la candidatura presidencial y la decisión partidaria de que fuesen removidos mediante congreso los dirigentes del PLD?

 ¿Por qué permitir que sus adversarios en el PLD restaran méritos a su victoria y la conviertan en una victoria a medias, lo que es, también, una derrota a medias?

 ¿Entendieron Medina y sus tácticos y estrategas necesario compartir la victoria y el poder en el PLD con el presidente Fernández?

 Y ¿por qué lo entendieron?

 Y en ese mismo orden de ceder, conceder y recular, ¿qué más entenderán?

El Nacional

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