Opinión

AL DÍA

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Un ejemplo de pragmatismo lo ofreció Juan Bosch en 1961 cuando, como artimaña de campaña política, postuló el “borrón y cuenta nueva” con el que ganó el voto de los trujillistas y de una mayoría popular a la que se le predicaba que lo había sido.

 Había antitrujillistas de derecha, de centro y de izquierda y a casi todos ellos les pareció oportunista partir del “principio” de que todo este pueblo había sido trujillista.

 Por eso no estuvieron con Bosch ni se acercaron al Partido Revolucionario que había traído del exilio.

 La gente de derecha, del centro y de izquierda no reunió la experiencia y la capacidad para elaborar una campaña electoral eficaz –casi toda la gente del tercer grupo no aceptaba las elecciones como vía para alcanzar el poder-, y Bosch y el PRD ganaron las elecciones del 20 de diciembre de 1962.

 En el poder, Bosch no fue el pragmático que había anunciado su táctica electoral y fue derrocado siete meses después de juramentarse por un complot en que participaron Estados Unidos, la derecha y los jefes militares y la jerarquía y capellanes de la iglesia católica. Trujillismo sin Trujillo.

 La gente de centro y de izquierda, ante el desmentido que había dado Bosch al rasgo de política tradicional  utilizado por él en las elecciones –el lema de “borrón y cuenta nueva”-, empezó a dar apoyo a su gobierno.

 Pero el poder económico internacional y nacional lo tenía la derecha, con la punta de lanza de los jefes y tropas militares, y el golpe del trujillismo sin Trujillo se consumó sin mayores problemas y sin consecuencias inmediatas.

 Entre el 25 de setiembre de 1963 y abril de 1965 –revolución constitucionalista y guerra patria-, Bosch no volvió a ser pragmático y no lo fue hasta algunos años después de julio de 1966, cuando el neotrujillismo de Joaquín Balaguer, apoyado por los norteamericanos, sentó sus reales de poder con un despotismo que costó centenares de vidas y la libertad y el derecho de vivir en su país.

 (Y cuando el intento de perpetuarse en el poder mediante un golpe de Estado en mayo de 1978).

 En lo adelante, y mientras la izquierda revolucionaria postulaba todas las tesis de la violencia como medio de alcanzar el poder y sustituir el sistema capitalista y el régimen de Balaguer, Bosch empezó a dar muestras de un pragmatismo que en 1990 lo llevó a aceptar como derrota lo que había sido una clara victoria electoral de su nuevo Partido de la Liberación.

 Bosch rehuyó siempre una confrontación con el neotrujillismo balaguerista y su punta de lanza militar, así como con la oligarquía y sus grupos y con Estados Unidos y su política. Pragmatismo, también.

El Nacional

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