Editorial

Amarillo

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El Ministerio de Educación y la Asociación Dominicana de Profesores (ADP)  tienen la obligación ética y moral de evitar por sobre todas las cosas que se interrumpa el año escolar a causa de prolongadas suspensiones de docencia derivadas de reclamos de aumentos  salariales para los maestros.

La ADP ha rechazado un incremento salarial del 20 por ciento sobre el salario base de los profesores, dispuesto  por el Gobierno y advirtió  que auspiciará “un proceso de lucha permanente”, que Dios quiera no incluya cierre de planteles.

 Las autoridades educativas aseguran que  ningún profesor percibiría  menos de 15 mil pesos por cuatro horas de trabajo y que el promedio salarial sería de  19 mil pesos por tanda y RD$33,000 por jornada completa, pero el gremio magisterial aspira a que el salario base  se aumente hasta 13 mil pesos mensuales.

Es una pena que  el proyecto de relanzamiento  del sistema educativo nacional se inicie con una pugna impregnada de irracionalidad entre  ADP y el Gobierno  con riesgo de que  se frustre el primer  calendario escolar que  se intenta cumplir  bajo la sombrilla del 4%.

Así como  el nervio central de la sociedad se activó en reclamo del cumplimiento de la ley que asigna un mayor salario a Educación, el liderazgo social  debe reclamar al Gobierno y a la Asociación de profesores que no coloquen en peligro el año escolar ni permitan que por ninguna causa se pierda, aun sea un minuto de docencia.

Duele decirlo, pero ya se anuncia  suspensión de clases en planteles públicos de la provincia Hermanas Mirabal, lo que presagia que  la paralización  de docencia se extendería a nivel nacional, a menos que  la dirigencia de la ADP y las  autoridades educativas recobren la racionalidad.

¿Por qué más de  dos millones de escolares tienen que pagar los platos rotos de un diálogo de sordos? ¿Cómo es posible que se  flagele con látigo de ignorancia y exclusión a esa masa estudiantil justo cuando comienza a aplicarse  el 4% del PIB a la educación?

Lo que se solicita y se espera merecer es que Educación y ADP retomen su buen juicio y  retornen a la mesa del diálogo en procura de una solución racional al conflicto salarial, de lo contrario, la sociedad tendrá que reactivar las  sombrillas amarillas para defender  a los hijos del pueblo.

El Nacional

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