En el caballo del Quijote

El esfuerzo que hacen las cantantes del país para mantenerse en el medio es realmente algo digno de admiración.

No debe resultar extraño el que muy pocas manifiesten actividad, la cual se limita en la generalidad de los casos a presentaciones en la televisión a donde acuden a cantar dos canciones que apenas han sonado algo en la radio.

Lograr una pauta en la radio conlleva una inversión considerable, la cual se pierde en la mayoria de las veces en razón de que no hay manera pueda ser recuperada en base a contrataciones y mucho menos en venta de discos.

Promover a una cantante es un proyecto muy costoso y complicado, a partir de la inversión en vestuario, el cuidado personal, y el mantenimiento en primera línea de los demás atributos que es necesario cuidar en una mujer.

Encima de eso las complicaciones que a veces se generan en el orden personal, cuando se tiene que compartir el ser artístico con la condición de madre o de amas de casa, como en muchos casos ocurre.

Todo ello para enfrentarse a la realidad de un mercado que apenas ofrece oportunidades a las agrupaciones de bachata y de merengue, muchas de las cuales también se ven en dificultades cuando carecen de posibilidad de alternar su itinerario local con actividades internacionales.

Sin animo de desanimar a nadie, pienso que hasta cierto punto produce más mal que bien el inflar las expectativas de las jóvenes talentos del canto que surgen en el mercado local, dadas las limitaciones que el mismo ofrece tanto a las nuevas como a las veteranas intérpretes criollas.

En verdad, apena el ver a jóvenes jineteras tan entusiastas cabalgando sin percatarse de que van montadas en el caballo de Don Quijotes.