BAGDAD, 19 Mar 2013 (AFP) – Al menos 52 personas murieron y más de 170 fueron heridas el martes en varios ataques la víspera del 10º aniversario de la invasión de Irak dirigida por Estados Unidos con el objetivo declarado de construir una democracia en la región pero que desencadenó una ola brutal de violencia.
Según el último balance oficial, 52 personas murieron y más de 170 resultaron heridas en una ola de ataques en Bagdad y el centro de Irak el martes.
Hubo unas 20 explosiones y varios ataques a mano armada fundamentalmente contra musulmanes chiitas. Muchos de los atentados fueron llevados a cabo en el norte y el este de Bagdad. Se trata del número de muertos más elevado en Irak en seis meses, de acuerdo con un recuento de la AFP.
Se trata de una nueva escalada de violencia que crea interrogantes sobre la capacidad de las fuerzas de seguridad iraquíes para cumplir con su misión, cuando falta un mes para las primeras elecciones del país en tres años, el próximo 20 de abril.
Las elecciones provinciales fueron postergadas «como máximo seis meses» en dos provincias de mayoría sunita, Nínive y Al Anbar, debido a la inestabilidad, anunció un responsable de la Comisión Electoral a la AFP.
Además, el bloque del poderoso clérigo chiita Moqtada al Sadr anunció que sus cinco ministros suspenden su participación en el Consejo de Ministros, lo que acentúa la crisis política.
Los últimos ataques ponen en evidencia la violencia que afecta a Irak una década después de la invasión. Poco antes, informes separados publicados por el grupo Iraq Body Count (IBC, Irak Recuento de Cadáveres), con sede en Gran Bretaña, y por investigadores de The Lancet, una revista médica británica, señalaron que el balance global de una década de derramamientos de sangre costó la vida a por lo menos 112.000 civiles en Irak.
Muchos de los ataques del martes tuvieron lugar en barrios chiitas, dentro y alrededor de Bagdad, a primeras horas de la mañana del martes. Las fuerzas de seguridad incrementaron los registros en los retenes y cerraron rutas importantes, agravando los embotellamientos de tránsito de la capital, indicó un periodista de la AFP.
Los soldados y los policías también pusieron nuevos puestos de control, y excepcionalmente estaban registrando incluso algunos vehículos con marcas gubernamentales, que generalmente pasan sin una inspección.
Aunque ningún grupo se adjudicó la responsabilidad de estos atentados, a menudo militantes sunitas atacan a civiles chiitas y a empleados gubernamentales con la finalidad de desestabilizar al país.
La violencia se incrementó antes del 10º aniversario de la invasión liderada por Estados Unidos. La semana pasada, 87 personas fueron asesinadas, de acuerdo con un balance elaborado por la AFP a partir de informes de responsables médicos y de la seguridad.
La guerra lanzada con el objetivo declarado de eliminar las reservas de armas de destrucción masiva que supuestamente tenía Sadam Husein, que jamás fueron encontradas, se concentró después en tratar de convertir a Irak en un aliado de Occidente dentro de una región inestable.
Aunque la guerra misma fue relativamente breve –comenzó el 20 de marzo de 2003, Bagdad cayó algunas semanas después, y el presidente norteamericano de esa época, George W. Bush, declaró el 1 de mayo que la misión estaba cumplida–, la violencia continuó después.
IBC indicó que más de 112.000 civiles murieron desde la invasión de 2003, mientras que un estudio publicado en The Lancet señaló 116.000 civiles muertos desde 2003 hasta diciembre de 2011, cuando se retiraron las fuerzas norteamericanas.
La violencia, que sigue siendo elevada de acuerdo con las cifras internacionales, fue reducida ligeramente a partir de 2008, cuando el fortalecimiento de las tropas estadounidenses coincidió con el hecho de que las milicias tribales sunitas decidieran apoyar a los militares norteamericanos.
Sin embargo, la reconciliación política –el objetivo estratégico del incremento militar norteamericano–, nunca fue totalmente lograda.
Desde los conflicto territoriales en el norte a las interrogantes sobre la distribución de los grandes ingresos petroleros del país, numerosos problemas importantes quedaron sin resolver. Mientras tanto, los iraquíes deben enfrentar problemas cotidianos como la carencia de servicios públicos adecuados y los elevados niveles de desocupación.
Mientras tanto, los antiguos socios del primer ministro Nuri al Maliki en el gobierno, lo han acusado de monopolizar el poder, y en los últimos años se han aprobado pocas leyes importantes al respecto.
A pesar de todo se observa un elemento positivo en el floreciente sector petrolero de Irak, que llenó las arcas del gobierno y según las proyecciones continuará expandiéndose.