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Aventura sigilosa en Plinio Chahín

Aventura sigilosa en Plinio Chahín

Somos, el otro. La simpatía lo profundiza y al profundizarlo lo aclara, como un río que, para que sus aguas estén claras tiene que aclararse por donde nace.
Así andan seres humanos por la vida cuando se reconoce su calidez humana y su entrega en lo que hacen; es el caso Plinio Chahín, bordeando siempre el estudio sistemático e ininterrumpido de las “realidades” que plantean las escrituras, la lectura como goce y juego. Plinio Chahín es poeta, crítico y profesor universitario, labores que resaltan su integridad, independientemente lo que él pueda pensar de sí mismo, si se le preguntara, pues es la viva imagen del hermetismo gozoso, como poeta, crítico y creador de una poesía de niebla densa, que no bien surge el acercamiento se convierte en un ágape.
Tras un primer trato da la sensación de “difícil”, porque tiene la apariencia de estar en otro lugar. Son de esos seres que les ha dado mucho trabajo que algo le importe, sin significar que ya en la “posesión de ese algo” no eche el pleito con la integridad que eso conlleva. No hay quien no ha pensado, al verlo, que se acaba de desmontar de un platillo volador.
Si somos el otro cuando el afecto reverdece es porque esa es la esencia de lo humano. Plinio es muy integro en su manera de calificar el trabajo del otro. Los escritores que buscan “su bendición” en valoración, salen luego a decir que no es poeta, como si no hubiese espacio para otro más. Le sobra honestidad a la hora de ponderar de forma justa y erudita el texto de un coetáneo. Sus valoraciones giran y se desenvuelven alrededor de una buena lectura de sabueso. También hay que añadir, y no porque sobra, su integridad como ser humano ante las adversidades en torno a la vida y de lo que ella se deprende. Si se dice que quien está adornado de esas cualidades, no es cualquier cosa, es verdad, y si es lo contrario, vale la pena tenerlo cerca sin ningún veredicto unánime de que es un escritor de oficio, de pasión, de ansias de saber, que aclara los caminos de la lengua que, aunque pueda estar equivocado, no deja de ser importante para encontrar los verdaderos senderos del arte en la modernidad y la sabiduría en sus ponderaciones. Hay que amar algo para encontrar su verdad última.
Ejercita la crítica de la plástica, de la escritura y diversos temas, buscando situar, emparentar simpatías benéficas para el crecimiento del quien se critica, de manera justa. Así, lo que se pueda conocer como grandeza puede provenir de muchos litorales, humanos por supuesto, y más cuando se vive en una isla.
Autor de libros de poesías y ensayos, que son asumidos con rigurosidad y sensibilidad en la palabra poética de reflexión en torno al arte en general, destacándose sus obras poéticas, hecha paso a paso, desde su primer libro, Consumación de la carne, 1986, de poesía. Sin ser corriente de un río caudaloso que quiere llevarse todo a su paso, sino todo lo contrario, lo acompaña la mesura en la escritura y la brevedad como asombro. La economía en la lengua forma parte de su calidad poética.
Es una constante en Plinio buscar siempre lo mejor del otro, en el caso de la escritura, desde un texto escrito por un joven y no tan joven escritor dominicano u otras playas, celebrando el texto con entusiasmo. En un ambiente como este y como deben ser todos los ambientes o de la mayoría de los países, en lo que se refiere al arte en general, eso tiene un valor calculable.
Para conocer a Plinio Chahín hay que hacerlo de cerca. Es como cualquiera de sus poemas: misterio y aventura sigilosa y pasional, pero al mismo tiempo exigente para lo que entiende por poesía y lo entiende bien, sin esperar aprobación de nadie. En la diversidad y la constancia vive la felicidad de la creación.
En Plinio vive plenamente lo dicho anteriormente y a su manera que es lo importante. Pertenece a denominación de poeta-lector sin descenso por su sensibilidad y asombro permanente. Poeta, crítico más su curiosidad sempiterna que lo acompaña como lector acucioso ante el conocimiento, sin importar su naturaleza, siempre está unido al respeto al trabajo del otro sin que el propio salga a relucir como un Vellocino de Oro, o Dorado.
Tras exorcizar los goces y los juegos de la creación literaria, Plinio obedece a otro mandato: al desprendimiento en el reconocimiento al resaltar tras el texto leído, como propuesta creativa.
El autor es escritor.

El Nacional

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