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Aventuras y desventuras de un joven en la era de Trujillo

Aventuras y desventuras de un joven en la era de Trujillo

Todo libro es, en un sentido íntimo, una carta abierta a los amigos del que lo escribe. Solo ellos captan su significado; encuentran mensajes personales, promesas de amor y manifestaciones de gratitud que se les dejan caer a cada paso”.

Robert Louis Stevenson.

La novela “Aventuras y desventuras de un joven en la era de Trujillo”, de César Arturo Abréu, presenta un escenario metafórico que envuelve caracteres, configuraciones, conflictos y resoluciones desde la perspectiva histórica reciente fundamentadas en la tiranía Trujillista.

En lenguaje teorético y exquisito, el autor nos conduce a una reflexión que define el dolor y la clausura de una época difícil, permitiendo la recreación de los temibles campos de dolor de la era trujillista.

“Aunque parecía venir desde muy distante, el toque de corneta penetraba por la estrecha abertura dejada por la hojalata que cubría el pequeño hueco dispuesto para proveer luz y ventilación a la solitaria e indicaba el izamiento de la bandera y por consiguiente, el inicio de un nuevo día”. (Pág.191).

La expresión de lo estético surge cuando el autor escribe desde el interior de su ser resucitando verdades con un lenguaje ameno, sutilmente expuestas para que el lector perspicaz las encuentre.

El componente ficción que aparece en la matriz de la obra, bien puede ser clasificada como “realista”, contemporáneo:

“En su desnudez y esposado, Carlos Alberto fue sacado de su celda y llevado a la cámara de torturas… Las esposas les fueron quitadas y con gruesas correas de cuero, le ataron los brazos… una correa por el pecho, quedando totalmente inmovilizado”.

Otro concepto importante es lo que los filólogos definen como “Ficción histórica”. Aunque el autor utiliza nombres novelescos para sus personajes, esta condición, no altera en nada la realidad del discurso que obliga a remontarse al momento histórico vivido y bien definido por el autor.

“Hola, soy periodista, mi nombre es Peter Schütz. ¿Te interesa leer y que comentemos mi revista? Dijo recogiéndola y agitándola éntrelas manos”. (Pág. 28)
Este personaje –Peter- simboliza a cualquiera de los “calieses” que en esa época ambulaban dejando sus oídos en las paredes de las casas de cualquier dominicano. Y nos recuerda el peligro de comentar o criticar en cualquier escenario en contra de la Tiranía.

Pero, con ahínco, ante el dolor que aún queda en el subconsciente del autor, no pudo ocultar ni cambiar los nombres y ni los apellidos de aquellos que se prestaron a ejecutar las más abominables órdenes de su jefe, dándole un toque tan humanista a la obra que toca los umbrales de lo real, y nos deja como remedo el crudo mensaje.

Tal es el caso, por ejemplo, de nombres reales, como: el gral. Ciriaco de La Rosa y Radhamés Trujillo. Nombres que tienen la gratitud de incitar al lector a conocer su historia, a entender los traumas insidiosos en el desarrollo histórico de la nación.

Desde el punto de vista psicológico, el autor confiesa el malestar más grande que corroe su alma; pero ha encontrado en el arte, el placebo para curarse. Las más grandes obras, las que calan lo trascendente, surgen de la experiencia.

Nuestro autor lo hace bajo un fuerte embrujo estético acuñado desde el iceberg del subconsciente. El recurso de utilizar personajes no históricos en su obra, nos acerca a la frontera entre ficción y realidad, consiguiendo una historia que no parece verdad, ni verdadera ni falsa para los que se montan en la esfera de lo inverosímil.

Si definimos la ficción como el mundo de las posibilidades, es decir, de lo que pudo ser y nunca fue en esta novela, eso, simplemente, no cabe. Más bien, la realidad supera a la ficción y los elementos que pueden definir el marco ficcional, resulta corto en relación a los momentos de angustia, dolor y de miedo que magistralmente define el autor en su narrativa.

Por lo pronto podemos deducir que esta obra es una historia novelada encerrada en una ficción metafórica y en un trozo de tiempo determinado cuyo hecho auténtico marcó para siempre la dominicanidad.

Ya en el clímax de la novela, el autor toma en su pluma la relación del arte con la realidad o con la irrealidad, protegiendo sutilmente su obra con la vaguedad de espíritu que él introduce entre peldaños poéticos que matizan y dan belleza y remanso psíquico al lector.

“Mirad como fulgura sobre la inhiesta cumbre el genio que la Patria ha dado bienestar…”
O, en contraposición, esta gallarda prosa poética al valle de La Vega Real:

“El valle de La Vega Real desde esas alturas parecería un lugar encantado. Sus variados sembradíos le daban la apariencia de un joyel de múltiples esmeraldas, con una placidez subyugante, percibiéndose en la distancia unas danzantes palmeras abanicando su aire puro”.

La juventud de hoy, la que ha cosechado los frutos de los que dieron su vida a favor de la patria, no tiene la culpa de no conocer la historia; pero tienen hoy una obra que trasciende, llena de verdades inverosímiles, necesarias para recordarlas… para que no se repitan.
El autor es médico.

Por .MIGUELÁNGEL DURÁN UREÑA

El Nacional

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