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Estar rodeada de un esposo, hijos y nietos aguiluchos y sufrir una sequía ganadora que casi alcanza medio siglo no han sido motivos para que doña Bienvenida Moquete de Mateo abandone una militancia oriental de más de 60 años.
En 1967, Bienvenida comenzó a escribir décimas deportivas para el espacio radial “Amalgama de Colores en la Pelota” que producía el inolvidable Max Reynoso y todavía se mantiene con el mismo entusiasmo en el programa que ahora produce y conduce César Medina Núñez.
Ha pasado mucho tiempo desde la década del sesenta y han sido las ropas policiales y los fanáticos aguiluchos con lo que más ha tenido que lidiar en un hogar que comparte con Marcelino Mateo Almonte, un general retirado más simpatizante de las Águilas que el Chilote Llenas, con el que engendró seis hijos: Marcelino (Remy), Julia Yocasta, Mary, Jacobito, Francisco y Ricardo, los dos últimos fallecidos.
“Mi esposo ha sido un aguilucho de toda la vida y él influyó en mis hijos y 13 de los 14 nietos, pues se los llevaba al estadio”, dijo la madre del general retirado Remy y del coronel Jacobo Mateo, quien es director de la Policía Comunitaria.
Nativa del municipio Ramón Santana (Guasa), en San Pedro de Macorís, Bienvenida no pudo presenciar el título conquistado por las Estrellas en 1954 porque en ese tiempo residía en San Cristóbal, pero si presenció el de 1968 -junto con su esposo- la última vez que los paquidermos levantaron el trofeo de campeones.
Ella jamás pensó que después de ese campeonato sería tan difícil volver a celebrar otro.
“Creí que seguiríamos ganando, pero no ha sido posible, siempre ha pasado algo”, dice la señora casada en 1950 en una época en la que su actual esposo jugaba softbol y ella anotaba los juegos de la pelota profesional.
Conocida con el seudónimo de “La Esperanza Verde”, doña Bienvenida ha sufrido grandes decepciones por los reveses de los Serie 23, pero hay uno que no se le olvida.
“Ni me quiero recordar. Fue una gran frustración en 1975 cuando perdimos con Richard, (James Rodney, el gigantesco lanzador que era una carta de triunfo para el juego decisivo en el Tetelo Vargas). Mi esposo estaba de servicio y me fui alante. Desde el primer inning comenzó a tirar bolas”, dice Moquete de Mateo y agrega “en el camino venía con todos esos aguiluchos. Recuerdo a Lilín Díaz en la caravana”.
Afirma que hace dos años tenía la esperanza de ganar con Robinson Canó en la final frente a los Gigantes del Cibao.
“Canó quería ganar por su abuelo. Pensé que ganaríamos, pero de todas maneras disfruté ver a ese gran jugador que se apuraba tanto”, manifiesta.
Los ocho hermanos de Bienvenida (Jacobo, Gabriel, Rafael -fallecidos-, Clodomiro, Ángel, Danilo, Ramona y Miguelina) son simpatizantes de las Estrellas, pues según afirma, en el su pueblo son completamente de los Orientales.
A sus 87 años de edad y con la lucidez de una menor, “La Esperanza Verde” dice que no se molesta por la cuerda que le dan como fanática del conjunto representante de la Sultana del Este, pero reconoce que sus hijos no la atacan mucho.
Esta artista de la palabra hace unos años que dejó de ir a los estadios a los que asistía con frecuencia y recuerda que en las ocasiones en que Águilas y Estrellas han disputado la final, ella y pareja han ido de Santiago a San Pedro de Macorís y viceversa, sobre todo en los nueve partidos de 1975.
Una anécdota que Bienvenida no olvida ocurrió en el 2005 cuando su hijo Jacobito, a la sazón director regional norte de la DNCD con asiento en Santiago, fue invitado por las Águilas a realizar el lance de honor en un partido contra las Estrellas en el Estadio Cibao al que asistió toda la familia.
“Aroboy (Ángel Santana) me vio y me dijo que si yo me atrevía a ponerme la gorra de las Estrellas y le respondí que sí. Me la puse y fui al box; ellos, Jacobito y mi esposo, con sus gorras de la Águilas y yo con la mía de las Estrellas. El tiró la primera bola, pero nosotros ganamos el juego”, recuerda.
Alfredo Griffin, Joaquín Andújar, Silvano Quezada, Ricardo Carty y Rafaelín Ramírez fueron sus jugadores favoritos en el pasado. En la actualidad tiene simpatías por Gabriel Guerrero y Fernando Tatis III, de quien lamentó su salida del equipo por razones de causa mayor.
Es amiga de Junior Lake, quien cada año le envía una gorra del equipo.
La señora de la “Esperanza Verde”, la que, igual que Penélope, nunca se cansa de esperar, pues afirma que eso, su simpatía por las Estrellas, es de toda una vida y que no la dejará, su lealtad le permite dejarnos la perla literaria del recuadro.
VIVA ORIENTE CAMPEON!!
Tengo la seguridad
y la firme convicción
de que este año mi región
la contienda ganará.
Tiene gran profundidad
en su cuerpo de pitcheo.
Existe un limpio fildeo,
que es algo muy esencial,
y es temible el potencial
de su eficiente bateo.
De forma que analizando
el equipo en general
debemos pues de aceptar
que es un tremendo comando.
Si el Aguila está en el mando
de la pelea en el presente,
no hay temor en el ambiente
del pelotón oriental;
después de todo, al final,
el triunfo será de Oriente.
Al frente siempre orientales,
con tesón y valentía,
con entusiasmo, alegría,
¡Al son de los atabales!
Con decisiones triunfales,
con pericia y con valor,
llenos de hermandad
y amor,
y tú veras pueblo mío,
que con afán y con brío,
te harás el gran vencedor
Que la bandera oriental,
agitada por el viento,
sea una fuerza de aliento,
sea un empuje emocional.
Que sea verde el gran final
de este estrecho callejón,
que pueda al fin la región
cantar jubilosamente
para decir viva oriente,
¡!VIVA ORIENTE CAMPEON!!.