Seguimos hablando del número campeón de las supersticiones, ése que a veces se omite, y no precisamente porque cuenta alguien que no sabe contar.
No tener 13 personas sentadas alrededor de una mesa es perentorio en Polonia, porque en una comida de la que participen 13 personas, la primera en levantarse de su sitio, es la primera en morir, según sus supersticiones.
También evitan cortarse las uñas o el cabello durante ese día, porque trae mala suerte. Algunos artistas populares tienen en sus contratos una cláusula por la que no actuarán el 13 del mes.
Según los registros históricos, un viernes 13 de octubre de 1307, bajo las órdenes del Rey Felipe IV de Francia, una fuerza élite de los llamados Caballeros Templarios fue condenada por la Santa Inquisición por diversos crímenes en contra de la cristiandad. Una vez ejecutados, ese mismo día, la fecha del viernes 13 se consagró como la más ominosa de la Tierra.
Jesús fue crucificado un viernes, y desde entonces se consideró a ese día de la semana como de mala suerte.
En cuanto al 13, esa fue la cantidad de comensales durante la Última Cena. Cuando a la gente le cogió con decir que el viernes y el 13 juntos son algo funesto, rápidamente esta superstición se propagó como una peste por Europa y de allí al Nuevo Mundo.
Finalmente, el 13 tiene una peculiaridad asombrosa, desconcertante e inverosímil, que leído al revés aparece el 31. Es solo una broma, amigo lector, para concluir que el pobre número 13 es un número más y punto.