Los nombres de la comida en Latinoamérica: al durazno le decimos melocotón, albaricoque, chabacano o damasco, aunque todos estemos comiendo lo mismo.

Las fresas son frutillas en Argentina y Uruguay, pero ambas saben igual.

Las judías verdes pueden ser bajocas, chauchas, ejotes o judías, y es la misma vaina, literalmente hablando, es como la calabaza, que es auyama, zapallo, calabacín o zuchinni, igual que el aguacate que puede ser avocado o palta en Sudamérica.

El plátano puede ser guineo, cambur o banana, y al maíz le llaman choclo los argentinos, al igual que el Limón le dicen citrón.

El guisante es guandul, arveja o chícharo, y son redonditos y verdes los tres. El boniato es el camote y la cereza es guinda o picota.

La piña es ananás, fruta que los taínos le decían yayama, de la misma manera que el bacalao es también abadejo, y así como unos comen merluza y otro disfrutan corbina o pescada, y se trata del mismo pez, es como los ostiones, que son vieiras, ostrones, volandeiras o conchas de peregrino, mientras que la coliflor es el brócoli, berza o simplemente col.

La Sandía es patiya, chicayote, cayote o alcayota, la Aceituna es oliva y las alcachofas son alcacíes o alcuaciles.

Y qué me dicen de las alubias, que son habichuelas, frijoles, fríjoles (con acento en la i) o habas o porotos, lo que pasa que poroto, por ejemplo, es una palabra quechua, hablada por los incas, en tanto que fríjol es una palabra catalana.

El cacahuete es la palabra azteca para decir maní, que es un vocablo taíno, así como la calabaza es auyama o zapallo, y el calabacín es zapallito, zapallo italiano o zambo.

Nada tan rico ni variado como los nombres de nuestra comida, en todo el continente, que por ejemplo, cataloga 2 mil platos solamente a base de banano, aparte de que dicho fruto da origen al despectivo apelativo de repúblicas bananeras.