Ni eran reyes, no eran tres, ni tampoco magos, por lo tanto no usaban corona ni hacían magia. Tampoco eran dos blancos y uno negro, ni tenían un caballo, un elefante y un camello respectivamente. Quizás se eligió el número de 3 en alusión a la Santísima Trinidad y porque estos 3 supuestos monarcas representarían a los 3 continentes conocidos en ese tiempo.
Mucho menos se está seguro que se llamaban Melchor, Gaspar y Baltazar. Entre los griegos se les dieron los nombres de Apellicon, Amerim y Serakin; entre los sirios los de Kagpha, Badalilma y Badadakharida y entre los etíopes los de Ator, Sater y Paratoras.
En el siglo XVI la Iglesia Católica identificó a los tres reyes con los tres hijos de Noé (Sem, Cam y Jafet) que según el Antiguo Testamento, representaban las tres razas que poblaban el mundo. Melchor pasó a simbolizar los europeos descendientes de Jafet. Gaspar representaría a los asiáticos descendientes de Sem. Y Baltasar, negro y barbado, haría lo propio con los africanos descendientes de Cam.
En cuanto a los regalos. Melchor traía dulces y miel; Gaspar traía ropa y zapatos y Baltasar, simbolizando el racismo existente, castigaba a los niños malos dejándoles carbón o leña. A partir de mediados del siglo XIX los reyes empiezan a traer juguetes y no se hace distinción al respecto de sus funciones. La historia de los 3 reyes magos no tiene base histórica, es leyenda pura y la primera que reciben los niños, detonando en su mente el encantador poder de su imaginación. ¿Qué le parece?