República Dominicana conquistó invicta anoche el Clásico Mundial de Béisbol, lo que la consagra como el mejor referente en ese apasionante deporte, logro alcanzado por un equipo de entusiastas jugadores que supo combinar talento, unidad, armonía, disciplina y fervor patrio.
El inmaculado récord de ganar los ocho partidos jugados frente a novenas representativas de Estados Unidos, Puerto Rico, Venezuela, Holanda y España, consolida aún más el unánime gozo por tan resonante triunfo que es también motivo de gran orgullo dominicanista.
La novena tricolor exhibió excelente pitcheo, buena defensa, oportuno bateo y siempre apegada a los fundamentos del béisbol, sin discriminar entre adversarios fuertes o débiles, porque en cada jornada el plantel criollo jugó con alma y corazón.
Robinson Canó, escogido jugador más valioso en las tres rondas, y Fernando Rodney , quien salvó siete de los encuentros ganados por los dominicanos, encabezan la victoriosa tropa dominicana, donde todos sus integrantes jugaron con pasión y vergüenza, en similares roles de estelaridad, guiado con gran maestría por el manager Tony Peña.
El excepcional desempeño de los nuevos campeones mundiales del béisbol fue seguido y disfrutado por una entusiasta población, que incluyó a las comunidades dominicanas de Estados Unidos, Europa o criollos residentes en cualquier parte del mundo, en un intenso oleaje de fervor patriótico.
Este histórico triunfo debería servir de ejemplo al Estado y al Gobierno, a la clase política y a la sociedad civil, de cómo se pueden alcanzar grandes metas con solo unificar voluntades, trabajar en equipo, con responsabilidad, disciplina y respeto, sin discrimen ni privilegio.
Todos los integrantes del equipo campeón dirigido por Tony Peña ostentan hoy la más alta valoración y aprecio de sus compatriotas, porque cumplieron cabalmente la promesa de otorgar a República Dominicana el título de cuna y meca del béisbol mundial.
Después de la resonante victoria anoche sobre Puerto Rico, que fue siempre digno rival, la bandera tricolor ondea hoy orgullosa en todos los pedestales de la dominicanidad. ¡Salve, campeones! ¡Viva la República Dominicana!