Recordamos y celebramos el 197 aniversario del nacimiento de Juan Pablo Duarte, apenas a 3 años para entrar en el bicentenario del Padre de la Patria.
Somos modelos duartianos. Somos, los dominicanos más duartianos que el mismo Duarte, que sus hermanos, su hermana, don Juan José y doña Manuela.
Privamos en que Duarte es nuestro guía, nuestro líder máximo, nuestra inspiración, nuestro ideal mayor y nuestra insignia existencial. Farmacia Mella.
Somos, sin embargo, los mismos dominicanos que declaramos a Juan Pablo Duarte traidor a la patria.
Los mismos que lo enviamos al exilio por 20 años, un exilio nada dorado sino lleno de miserias tan terribles que a la postre acabaron con su vida cuando tenía 63 años de edad (1813-1876).
Los mismos que cuando Juan Pablo Duarte regresó al país en 1864 para aportar su nueva cuota de sacrificio, esta vez en lucha contra la alta traición santanista de 1861 y a favor del Grito de Capotillo de 1863. sin dejar de mencionar el sacrificio antianexión que llevó a cabo Francisco del Rosario Sánchez en el mismo año fatídico de 1861.
Somos los mismos duartianos que en ese año de 1864 y la reintegración al país traicionado que hizo Juan Pablo Duarte, lo ignoramos y lo enviamos de regreso al exterior para que no molestara.
Somos nosotros, discípulos de Juan Pablo Duarte, los que lo dejamos morir de hambre, enfermedades, depresión etcétera, en la hermana venezuela.
Somos nosotros, los príncipes del duartianismo, los que no fuimos en ayuda del que nos dio una Patria, una nacionalidad, una identidad, un país un lar nativo.
Somos los duartianos (¿), de ayer y de hoy, los que permitimos que fuera demolida en Caracas la casa donde vivió y murió Juan Pablo Duarte, a pesar de las ofertas de venta que se le hicieron a varios gobiernos dominicanos.
Somos nosotros, ¡oh maravillosos duartianos! Los mismos que igual trato vejatorio, injusto y cruel les dimos a los padres y hermanos y hermanas suyas, también ellos muriendo en la miseria después de haber sido ricos y haber entregado (¡pendejos!) su fortuna por la causa.
Y ahora, vamos a presentar la nueva Constitución de la República el Día de Duarte, que sin ser esa la intención ni mucho menos, es una forma de distraer la atención que debe reinar en la fecha aniversario del nacimiento del Padre de la Patria.