Reelección
Señor director:
Hablo de reelección sin querer pronunciarme a favor o en contra de nadie.
Quiero preguntar, sin embargo, en qué añade a la imagen de personas como el vicepresidente de la República y la propia Primera Dama, el pronunciarse por la reelección, como lo hicieron ambos, diciendo que es el pueblo el que pide la reelección y que el presidente Leonel Fernández deberá hacerlo.
Al vicepresidente Rafael Alburquerque, quien ha sido político desde joven y es un hombre que sabe de partidos, no debieron ponerlo en esa situación, porque se sabe que no le queda bien.
En doña Margarita Cedeño de Fernández, luce menos extraño el que la hayan sorprendido en eso, porque no se trata de una mujer con tradición en las luchas partidaristas y parece que entiende que la buena imagen se gana de ese modo.
Pero con ese pronunciamieto, esas dos figuras es mucho lo que pierden, porque el pueblo deja de percibirlos como entes de equilibrio y personas que sirven sin averiguar la parcela a la que pertenece un grupo o persona que les solicite un favor, y lo que han hecho es ahora aparecer ante los ojos de los demás como entes partidarios, interesados en un proyecto que es inconstitucional.
Esto les da la razón a los analistas que han escrito que el presidente Leonel Fernández busca reelegirse de cualquier modo.
Lo dicen porque quienes promueven la reelección son personas de su entorno político, y ahora resulta que se trata también de personas que son de su entorno personal y que comparten con él las principales tareas de gobierno.
Doña Margarita Cedeño hizo lo que nunca hizo, por ejemplo, doña Rosa Gómez de Mejía.
El ex presidente Hipólito Mejía se repostuló contra la voluntad de su familia, y su esposa no salió al frente atacándolo, pero tampoco se pronunció por la reelección.
En una sociedad como la nuestra, ese detalle es importante, y mucha gente lo observa.
Debieron calcular mejor el vice y doña Margarita, aunque no fue prudente tampoco la respuesta que les dio el ministro de Medio Ambiente, Jaime David Fernández Mirabal.
La dama y el caballero, sencilamente, cometieron un error. Que revisen a los colaboradores que los asesoraron.
Atentamente,
Lic. Danilda Cruz
Santo Domingo