Opinión

Cartas de los lectores

Cartas de los lectores

Colombia y colombianos

Señor director:

Fascinante, como fue para Bosch el de Cuba, es mi recuerdo de aquel año 1965 no completo pero bendito entero, en que disfruté de Colombia y con los colombianos.

Integrado a “paisas,” gentilicio que identifica a los pobladores de Medellín, Antioquía, y su entorno.

Pasé la mayor parte de los meses en el idílico valle intramontano de La Ceja, donde la temperatura fresca y agradable se conserva todo el año. Y a cualquier nublado lo llaman “invierno” porque éste es desconocido allí.

Lo que más me llamó la atención es lo acogedor y generoso del colombiano.

Y además, su inteligencia, para la que no hay  estratificación social. Todos son inteligentes, y muchos en grado sumo. En Colombia la inteligencia se da como la guayaba: silvestre. Y trabajan su cultura.

 El agudo sentido de lo político, sobre todo en la juventud, estremece.

El actual presidente de Colombia, Don Álvaro Uribe Vélez, sobresale por ambas cualidades: su talento político brilla como las estrellas.

Su coherente racionalidad es un derroche.

Con pesar, vi sufrir a Colombia por la violencia, de origen politico pero de alcance social, que al presente degeneró en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, y en el endemoniado narcotráfico terrorista.

Por todo esto, Colombia me duele y me duelen los colombianos.

Malos los hay en todo núcleo humano. Pero sindicar a todos por la manzana podrida es un desatino.

Y lanzarlo a los medios, peor.

Hay proyectos de política de Estado que deben guardarse en cofres de confidencialidad. Mucho más, simples clarinadas de opinión.

Una palabra con poder, estremece y aterra a todo un grupo humano.

Y este efecto se siente  sobre todo en un grupo foráneo, que, sin culpa en casi todos los casos, padece y teme para siempre la colgante espada de Damocles.

Alguno, tal vez, fue víctima allá de lo que se intenta controlar aquí.

Mi solidaridad cristiana con todos los colombianos residentes en este país, cuyo pueblo dominicano es el más acogedor del mundo.

Que nadie lo dañe.

Atentamente,

Lic. Francisco Dorta-Duque

Santo Domingo

El Nacional

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