Opinión

Cataluña

Cataluña

Amo a España y en ella he buscado los orígenes de mi familia. En el norte, en Oviedo y sus ciudadelas aledañas, tras las huellas de una emigración que abarcó Canarias, Venezuela y luego la República Dominicana.

Con la filiación del video República del Color, anduve tras las huellas de la generación de artistas españoles del 37 que transformó la plástica dominicana: Gausachs, Vela Zanetti, Granell. Pintores que reconocieron una verdad elemental: que éramos mulatos con una belleza intrínseca, copiando modelos europeos en la pintura.

Así que no es deslealtad aparte de mis orígenes lo que motiva este articulo, sino el sentido común que ha provocado mi extrañeza frente a la necesidad del ser humano de endiosar a cierta gente, sobretodo cuando se estudia la Historia no a partir de los vencedores sino de los oprimidos.

Nunca perdí de vista que el rey Juan Carlos fue adoptado por Franco a los ocho anos y que en su boda con Sofía se recitó el credo de la Falange. Sus bonvivantismos e infidelidades se vinieron a pique cuando supuestamente se cayó de espaldas cazando al más pacífico de los animales: ¡Un elefante! Harta de humillaciones la reina Sofía se quedó en Suiza, donde ha vivido todos estos años.

Había que reconstruir el mito y para ello estaba el más buen mozo de los príncipes y una periodista de tradición muy liberal, con gran conocimiento mediático. Es Letizia quien aparta a Iñaki y la infanta Elena de su círculo, ambos acusados de desfalcar, sin necesidad, los fondos para la niñez desvalida. Hoy han desaparecido de la luz publica, como conviene, convenientemente condenados a prisión domiciliaria !en Suiza!

Conocí en Barcelona una historia que me era ajena: la persecución de los catalanes durante Franco, que se atrevían a hablar su lengua. Su lengua, repito, como el español en Puerto Rico, es su arma de resistencia.
Tiendo a medir el temor de las clases dominantes, en cualquier ámbito, por sus esfuerzos de desacreditar o reprimir la disidencia. Pura matemáticas. Supe que la oposición no era una opción en Venezuela por su empeño en reprimir la votación por la Constituyente de los Chavistas, y ahora se que la monarquía perdió la guerra en Cataluña (no una batalla) cuando he visto primero el arresto de los alcaldes catalanes cuyos municipios apoyaban la constituyente, y luego a la policía española embestir a hombres y mujeres para impedirles votar por lo que siempre han luchado: su derecho a la independencia.

No hay estrategia mediática: ni Letizia, ni el príncipe, ni las infantas, o el tarado de Rajoy, ni revista Vanidades, que maquille la derrota de la monarquía española en Cataluña.
Cataluña ha ganado la guerra.

El Nacional

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