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Chick Corea & The Spanish Heart Band

Chick Corea  & The Spanish Heart Band

Uno se pregunta si todavía quedan en el jazz capítulos por escribir. Chick Corea es responsable de unos memorables. Su carrera es larga y fructífera.
“Antídoto’ es el encuentro de dos trabajos anteriores “My Spanish Heart” (1976) y “Touchtone” (1982) y la inclusión de otras piezas nuevas de Tom Jobim, Paco de Lucia e Igor Stravinsky.
Su nuevo trabajo “Antídoto” no representa ninguna ruptura o demarcación hacia otras narrativas ¿Plato conocido y recalentado? Tal vez, pero hay ingredientes frescos en ese potaje.
Si “Antídoto” no será el bálsamo del jazz que rescatará de ser el consumo de minorías, no deja de complacer. El repertorio de once temas se maneja en diferentes territorios.
“Armando’s Rhumba” es una de esas muestras. La precisión y claridad de la percusión del venezolano Luisito Quintero en contubernio con la batería pulcra de Marcus Gilmore sacan a este tema de la rutina. La pieza, por momentos, se torna en un disimulado songo. Los solos se alternan. Trombón y flauta. Luego llegan la trompeta de Rodríguez y la guitarra punzante de Niño Josele bajo ese hervidero rítmico de Quintero y Gilmore.
Todo secundado por Carlitos del Puerto con su bajo que prepara el terreno para dar espacio a los montunos hirientes de Corea. Lo que empieza pálido termina vigoroso. Agitación sin alboroto.
La receta de Antídoto es la simpleza. Nadie se excede, todos en su lugar. Y se potencia de mejor manera con la participación acertadísima del panameño Rubén Blades.
Empieza como guaguancó, Rubén habla de la música como medicina para contrarrestar estos tiempos de lucha por un mundo mejor, sin odios. Y hace un llamado a no quedarse callado y a sumarse a la lucha.
Blades va metiéndose en las vestimentas de un cantaor con toda autoridad, Corea dispara en tanto sus guiños desde el teclado y desde el piano. Soplos de flauta de Jorge Pardo son dardos suplicantes. Una arrebatada descarga.
Ya antes Blades había disparado una versión refinada de “Spanish Heart”, un conversatorio sosegado del piano y teclado de Corea y con el canto y el scat de Blades.
Para balancear estos temas de trabajos anteriores, se presentan nuevas versiones de piezas que Corea graba por primera vez. “Desafinado” es una de ellas. Empieza de manera desconocida, que es mejor destino, esta vez Corea al frente de su teclado. Corea persigue a la intérprete brasileña María Bianca, le responde y le coquetea para entonces alejarse y crear su discurso.
El enfoque rítmico, una vez más, es lo que le inyecta savia fresca a un tema muy trillado y repasado hasta la saciedad como es la pieza de Jobim.
A veces se me antoja que un pambiche duerme bajo esa samba en el repique de los platillos. Gilmore y Quintero una vez más son los instigadores en la combustión rítmica.
El álbum “Antídoto” exhibe esos guiños del flamenco y lo afrocaribeño a todo lo largo. Acentuado con el zapateo y palmoteo del bailador de cante hondo Niño de los Reyes para crear la adecuada ambientación. Corea, aunque de ancestros italianos, no ha escondido esta inclinación hacia los ritmos latinoamericanos y hacia España.
No está mal recordar que cuando Corea llega a Nueva York, es él con el percusionista cubano Mongo Santamaría con quien tiene sus primeras presentaciones. Mongo parece siempre proclive a los pianistas.
Es el mismo Mongo el que le abre los brazos al dominicano Michel Camilo en sus primeros pasos en la gran urbe neoyorquina.
“Antídoto” trae nuevos condimentos, sabores y olores a platos conocidos. Tal vez un día no muy lejano la gente no asimilará el jazz desde la tranquilidad de una butaca. Ojalá llegue el día donde nos arrebate de pie por la emoción.

El Nacional

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