Rafael Martínez
r.martínez@elnacional.com.do
Carta de los sancarleños
1.- En la pasada entrega escribí sobre la situación por la cual atraviesa el club San Carlos, privado de utilizar sus instalaciones desde hace alrededor de tres años, cuando el Gobierno del entonces presidente Leonel Fernández Reyna inició su reparación.
2.- En el artículo de marras llamaba la atención sobre cómo un proceso de remozamiento al que, de acuerdo a los entendidos, apenas le falta por concluir un veinte por ciento, se encuentra paralizado, mientras directivos del club y moradores de la barriada sancarleña observan impotentes el deterioro de costosos equipos que fueron comprados para ser instalados en el polideportivo.
3.- Sobre el particular, el licenciado Francisco Antonio Méndez Velásquez, presidente del club San Carlos, me escribió una misiva que comparto con ustedes a continuación:
4.- “Distinguido señor Martínez: Sirvan estas primeras líneas para expresar toda nuestra gratitud por la extraordinaria labor periodística que viene realizando desde hace mucho a favor de los clubes. No es casual el apoyo recibido por usted a favor del movimiento clubístico y en especial a nuestro club.
El actual comité ejecutivo y la barriada carecen de palabras para ponderar el trabajo realizado por usted en su artículo de fecha 17 de octubre del 2013, denominado Cinco Párrafos, publicado recientemente en las páginas deportivas de El Nacional.
Solo esperamos que con la ayuda de Dios, el populoso sector y el club más triunfador del torneo distrital de baloncesto pueda volver a disfrutar de sus instalaciones deportivas.
La cual próximamente se apresta a la celebración de su 40 aniversario, por lo que con artículos como el que usted dignamente escribe, nuestra única intención es provocar la parte más sensible del presidente Danilo Medina y que éste ordene inmediatamente la terminación del polideportivo de San Carlos. Se despide como siempre con la más alta estima, atentamente….”
5.- También a raíz de mi columna anterior, un amigo me comentaba cómo en nuestro país lograr algo cuesta tanto trabajo. Primero –decía- es una lucha conseguir que acepten reparar la instalación, después hay que pasar las de Caín para que inicien los trabajos y peor es lograr que se concluya. ¡Así somos los dominicanos!