¿Qué Pasa?

Cine y sociedad

Cine y sociedad

Por fin hemos visto una película, refrescante y de gran fuerza dramática, en la que la violencia, los asesinatos y el sexo no son los elementos centrales que desencadenan el accionar de su trama. Este es un film diferente y con una historia muy particular en la que se enfoca la marginalidad, el autoaislamiento y el apego a un entorno y un ambiente agresivamente inhóspito.

Uno de los aspectos más sorprendentes de esta película es que está protagonizada por una niña de siete u ocho años (Quvenzhane Willis), sin experiencia previa de actuación, y a quien llaman Hushpuppy. Su caracterización es tan ponderosa que es capaz de atraer y sostener la atención y el interés del público adulto al que está dirigido el film, lo cual no es tarea fácil.

Por supuesto, en ello tiene mucho que ver el magnifico trabajo de dirección de actores realizado por el debutante director Benh Zeitlin, quien consigue unas caracterizaciones admirables no sólo de la niña Willis –merecida nominación al Oscar –sino prácticamente de todo el que aparece en pantalla.

Hushpuppy  vive con su padre Wink (Dwight Henry) en lo que ellos y otros lugareños llaman “The BathTub”, es decir, ‘La Bañera’. Es una porción de tierra, agua y bosque que se encuentra al nivel del mar en la desembocadura del rio Mississippi. Ellos saben que en cualquier momento una tormenta o una inundación borrará del mapa aquél habitad, pero aún así ese mundo incivilizado, viven en casuchas y se transportan en improvisados botes, es el que ellos conocen, por el que lucharán y por el que están dispuestos a morir.

De hecho, Wink está gravemente enfermo y por ello trata de enseñar a su pequeña hija, de forma ruda y con una severidad que engaña, como sobrevivir su ausencia y enfrentar con éxito los desafíos de su entorno.

Pese a una estupenda puesta en escena, minimalista pero increíblemente veraz, y unas formidables interpretaciones; plausible trabajo del joven director Zeitlin; no hay placer alguno en este film. La crudeza de su realidad golpea fuerte, pero eso sí, cala hondo y deja huellas. La niña Willis y el también debutante actor Henry transpiran una autenticidad, al igual que el film en todo su conjunto, que ya quisieran para sí muchos veteranos ganadores del Oscar. Ahora bien, la textura del film es tan agreste y opresiva que se revela como una realidad a la que nadie aspira.

El Nacional

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