La euforia por las elecciones del martes que tienen al demócrata Barack Obama como el gran favorito no ha servido para contener el miedo a las funestas consecuencias de la crisis financiera. Mientras crecen los temores de una recesión planetaria, que ya ha tocado a economías como la española, el fantasma del desempleo también exhibe sus garras en Estados Unidos.
Las empresas estadounidenses anuncian, una detrás de otra, olas de despidos en el marco de las reestructuraciones para hacer frente a un huracán económico que se intensifica a medida que pasan los días. Desde las finanzas hasta la industria automotriz, pasando por la informática, ningún sector parece quedar a salvo.
Los efectos de la crisis hace tiempo que comenzaron a sentirse en países de la región, como México y Centroamérica, con la caída de las remesas y la disminución de las inversiones en sectores como la construcción.
Sólo en Estados Unidos se pronostica que en 2008 se perderá más de un millón de empleos por una crisis que ya no es exclusivamente financiera, sino que se siente en todos los ámbitos de la sociedad. Hasta economías como la japonesa han tomado medidas para amortiguar los efectos del fenómeno.
Para lidiar con el vendaval en Estados Unidos todas las grandes empresas han anunciado recortes drásticos de personal. Y se alega que lo peor todavía no ha llegado. Se teme que algunas empresas tengan, en lugar de hacer reajustes, que cesar sus operaciones. Así está la atmósfera en Estados Unidos con todo y la euforia de las elecciones que, según se espera, el martes convertirían al senador por Illinois en Presidente electo de Estados Unidos.