Al margen del disgusto del prólogo del historiador Frank Moya Pons, se ha censurado que el Senado patrocinara la edición de una biografía sobre el profesor Juan Bosch. E incluso que su presidente Reynaldo Pared Pérez amenazara con no costear una segunda edición si el autor de la obra, el cineasta René Fortunato, no enmendaba los juicios de Moya Pons. El libro pudo ser patrocinado por la Fundación Juan Bosch, que recibe fondos públicos para promover el pensamiento del fundador del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), o por los propios senadores, quienes cuentan con sustanciales recursos para obras sociales. Parece que los congresistas gustan del protagonismo o de la dualidad de funciones. Otra cosa fuera de no existir una entidad financiada para difundir el pensamiento de Bosch. La intolerancia frente al criterio de Moya Pons es harina de otro costal. Lo criticable es que se dispongan de fondos públicos para asuntos que competen a entidades financiadas por el contribuyente. Bosch, que fue tan austero y celoso en la administración de los recursos, no merece el ultraje de que ha sido víctima.