La muerte de otras cuatro personas atropelladas por un vehículo cuyo conductor perdió el control, en la comunidad Cruce de Pavón, El Seibo, es para que las autoridades tomen en serio todos los factores que tienen que ver con el sistema de transporte.
Es imperdonable que inocentes pierdan la vida por la temeridad de conductores o por la irresponsabilidad en la supervisión de las condiciones de vehículos públicos y privados.
Calles y carreteras están inundadas de chatarras que, para colmo, en la mayoría de los casos carecen de frenos o neumáticos en buenas condiciones. Se trata de vehículos que no pasarían una prueba, pero por esa permisividad institucionalizada las autoridades no cumplen con su función supervisora.
No se ha establecido la causa por la cual el conductor del autobús perdió el control y se estrelló con la vivienda donde las personas jugaban dominó, pero el nuevo accidente es para que se hable menos y se cumpla a cabalidad con la inspección mecánica de las unidades. Y también con las condiciones mentales de los conductores.
El proceso de expedición del marbete que autoriza la circulación de vehículos es un buen momento para aplicar la Ley de Tránsito.